"El antisemitismo campeaba entre los trabajadores de Kiev durante este periodo, y la aparición del primer judío en el sindicato provocó azoramiento y una fría hostilidad por parte de nuestros trabajadores. Uno de nuestros mejores miembros, a quien apodábamos Gaidamark, se qujó después de la reunión y me atacó violentamente por haber metido a un "yid" en el sindicato. Le pregunté por qué los judíos eran inferiores a los rusos, y para mi sorpresa me respondió:
- Ellos crucificaron a Cristo.
- Pero Cristo también era judío -le contesté a mi vez.
Gaidamark había sido muy religioso en su juventud. Aunque desde entonces se había tornado algo escéptico, seguía reverenciando la figura de Cristo. Mi respuesta lo sorprendió; no me creyó. Habló con un amigo suyo, un joven sacerdote, qien confirmó lo que yo había dicho. Gaidamark pasó largo tiempo reflexionando sobre esto; asimilaba lentamente cualquier idea nueva, pero con profundidad y firmeza. Al final se resignó a ella y se dedicó a convencer a otros obreros de que los judíos no eran peores que los rusos. Cristo y todos los apóstoles eran judíos, discutía con los demás, ¡y qué admirable religión hicieron, igual que el socialismo!
Poco a poco, nuestros obreros dejaron de hacer discriminación entre los rusos y la gente de otras nacionalidades. Al año siguiente, a finales de abril de 1881, cuando Schedrín y yo estábamos en la cárcel, se desató un pogrom en Kiev. En el punto culminante de los desórdenes, el sindicato imprimió una proclama y distribuyó copias de la misma entre las multitudes callejeras. Ustedes golpean indiscriminadamente a los judíos -decía-, mientras deberían estar golpeando a todos los explotadores, rusos o judíos, y no a los judíos pobres. Había sido escrita por los propios obreros del sindicato".