miércoles, 12 de abril de 2017

Las guerras del porno.

"El concepto de porno feminista surge en los años ochenta en plena guerra feminista contra el porno en Estados Unidos. Las guerras del porno (también conocidas como porn wars, las guerras feministas por el sexo, o los debates feministas sobre la sexualidad) emergieron de un debate dentro del feminismo sobre el papel de la representación sexualizada dentro de la sociedad y acabaron con una división completa del movimiento que ha durado más de tres décadas. En el apogeo del movimiento feminista en Estados Unidos surgió una extendida lucha de activistas de base en contra de la proliferación de representaciones misóginas y violentas en los medios de comunicación de masas, que se vio superada por un esfuerzo centrado explícitamente en prohibir legalmente el medio más explícito de todos, y aparentemente el más sexista: la pornografía. Utilizando el lema de Robin Morgan "la pornografía es la teoría; la violación es la práctica", el feminismo antipornografía argumentaba que el porno era una mercantilización de la violación. Mientras que un grupo llamado Women Against Pornography (WAP) comenzó a organizarse seriamente para prohibir la obscenidad en todo el país, otras feministas como Lisa Duggan, Nan D. Hunter, Kate Ellis y Carol Vance denunciaron lo que consideraban una connivencia mal concebida del WAP con la derecha cristiana y la Administración Reagan, sexualmente conservadora, así como una deformación del activismo feminista hacia un movimiento a favor de la higiene moral y las buenas costumbres. Considerando que el feminismo antipornografía constituía un enorme paso atrás en la lucha feminista para empoderar a la mujer y a las minorías sexuales, una comunidad muy activa de trabajadores sexuales y activistas sexuales radicales se unió al feminismo anticesura y sex-positive, y en conjunto forjaron los cimientos del movimiento a favor del porno feminista.

(...) Pero el problema con la asunción de la antipornografía de que el sexo es inherentemente opresivo para las mujeres -de que las mujeres se degradan si realizan actos sexuales delante de una cámara- ignora y reprime la sexualidad de las mujeres".

VV.AA.: Porno feminista. Las políticas de producir placer.

lunes, 10 de abril de 2017

La Mujer Ideal trasladada del hogar al hospital.

"Si bien el trabajo de enfermera no era exactamente una ocupación atractiva para las mujeres trabajadoras, en cambio constituía un terreno abonado para las "reformadoras". Para reformar la asistencia hospitalaria era preciso reformar ante todo la actividad de las enfermeras y para dar a este trabajo un carácter aceptable para los médicos y las mujeres de "buen corazón" era indispensable crear una nueva imagen de las enfermeras. Florence Nightengale (inglesa de una familia de alta clase) logró introducir este cambio en los hospitales de campaña de la guerra de Crimea, donde llegó con un batallón de disciplinadas y sobrias damas de mediana edad y de familias de clase media-alta. 

(...) La nueva enfermera -la dama de la linterna- que asistía desinteresadamente a los heridos causó impacto en la imaginación popular. (...) Florence Nightengale y sus discípulas directas marcaron la nueva profesión con los prejuicios de su propia clase. La enseñanza consistía más en el carácter que en la habilidad profesional. El producto acabado (...) era simplemente la Mujer Ideal trasplantada del hogar al hospital y libre de obligaciones reproductoras. Esta mujer ofrecía al médico la obediencia absoluta, virtud de una buena esposa, y al paciente la altruista devoción de una madre, mientras ejercía sobre el personal subalterno del hospital la gentil pero firme disciplina de un ama de casa acostumbrada a dirigir la servidumbre. (...) La enfermera era la Mujer, con mayúscula. Las inventoras de este oficio veían en él una vocación natural de las mujeres, superada sólo por la maternidad. Cuando un grupo de enfermeras inglesas propuso la creación de un cuerpo profesional, con exámenes y título a semejanza de la profesión médica, Florence Nightengale replicó: Las enfermeras no pueden ser sometidas a examen ni se les pueden exigir títulos, como tampoco es posible exigírselos a las madres".

Barbara Ehrenreich y Deidre English: Brujas, parteras y enfermeras. Una historia de sanadoras femeninas.

jueves, 6 de abril de 2017

Que en Rusia se gestaba un nuevo concepto de amor y de relaciones entre sexos.

"La primera Constitución de la República Soviética, proclamada en julio de 1918, dio a la mujer el derecho al voto y a ser elegida para cargos públicos. Poco después se concedió el divorcio, el principio de igualdad de salario por el mismo trabajo, el derecho a amamantar durante el horario laboral, la prohibición del trabajo infantil y del trabajo nocturno de las mujeres. También se dio paso al matrimonio civil y los hijos nacidos fuera del matrimonio fueron reconocidos como legítimos.

(...) La revolución desató una oleada de optimismo y abrió una serie de expectativas. Entre los jóvenes había discusiones sobre cómo debían ser las relaciones sexuales, el cuidado de los niños y la naturaleza de la familia en la transición al socialismo. La energía creativa también se encargó de la cultura, donde las prioridades y las tareas cambiaron para reflejar una idea muy extendida en aquellos momentos: que la familia se extinguiría en poco tiempo. Esta energía en el ámbito de las ideas se concretó en la creación de cantinas públicas y hogares comunitarios, instituciones que se consideraban esenciales para poner fin a la familia nuclear.

(...) El tema del amor libre y las formas de una nueva búsqueda de relación sexual que resultase más satisfactoria para todos due uno de los temas de la época. Uno de los debates que atravesaba el feminismo en aquel momento era la reivindicación del derecho de amar libremente. Muchas mujeres admitían todo tipo de unión por amor, a excepción se existir peligro para la salud. En este sentido debería de rechazarse la subordinación de la mujer dentro de la pareja y la hipocresía de la doble moral, Todo parecía indicar que en Rusia se gestaba un nuevo concepto de amor y de las relaciones entre sexos".

Soledad Bengoechea y María Cruz Santos: "Las mujeres en la Revolución rusa".

lunes, 3 de abril de 2017

Que su magia era la ciencia de la época.

"Las mujeres sabias, o brujas, poseían multitud de remedios experimentados durante años y años de uso. Muchos de los preparados de hierbas curativas descubiertos por ellas continúan utilizándose en la farmacología moderna. Las brujas disponían de analgésicos, digestivos y tranquilizantes. Empleaban el cornezuelo (ergotina) contra los dolores del parto, en una época en que la Iglesia aun los consideraba un castigo de Dios por el pecado original de Eva. Los principales preparados que se emplean actualmente para acelerar las contracciones y prevenir hemorragias después del parto son derivados del cornezuelo. Las brujas y sanadoras empleaban la belladona -todavía utilizada como antiespasmódico en la actualidad- para inhibir las contracciones uterinas cuando existía riesgo de que se produjera un aborto espontáneo. Existen indicios de que la digitalina -un fármaco todavía muy importante en el tratamiento de las afecciones cardíacas- fue descubierta por una bruja inglesa. Sin duda, otros muchos remedios empelados por las brujas eran en cambio pura magia y debían su eficacia -cuando la tenían- a un efecto de sugestión.

Los métodos empleados utilizados por las brujas sanadoras representaban una amenaza tan grande (al menos para la Iglesia católica y en menor medida también para la protestante) como los resultados que aquellas obtenían, porque en efecto, las brujas eran personas empíricas: confiaban más en sus sentidos que en la fe o en la doctrina; creían en la experimentación, y en la relación entre causa y efecto. No tenían una actitud religiosa pasiva, sino activamente indagadora. Confiaban en su propia capacidad para encontrar formas de actuar sobre las enfermedades, los embarazos y los partos, ya fuera mediante medicamentos o con prácticas mágicas. En resumen, su "magia" era la ciencia de su época".

Barbara Ehrenreich y Deidre Englis: Brujas, parteras y enfermeras. Una historia de sanadoras femeninas.