jueves, 14 de diciembre de 2017

Casi nadie tenía idea alguna de lo que había comenzado.

"Las celebraciones y eventos del 23 de febrero se sucedieron en todo el imperio, exigiendo derechos para las mujeres y defendiendo sus contribuciones. En las fábricas de Petrogrado, los radicales daban discursos sobre la situación de las mujeres, la iniquidad de la guerra, el imposible coste de la vida. Pero ni siquiera ellos esperaban lo que ocurriría después.

Al acabar las reuniones y actos, las mujeres comenzaron a salir de las fábricas y a marchar por diversas calles, con la consigna de más pan. Marcharon por los distritos más militantes de la ciudad -Víborg, Liteini, Rozhdéstvenski- llamando a la gente reunida en los patios de los edificios, desbordando las amplias calles, irrumpiendo en las fábricas y llamando a los hombres para que se unieran a ellas. (...) Abruptamente, sin que nadie lo planeara, casi 90.000 mujeres y hombres rugían en las calles de Petrogrado. Y ahora no gritaban solo para exigir pan, sino también el fin de la guerra. El fin de la detestada monarquía.

Con la noche no llegó la calma. El día siguiente se presentó con una oleada de protestas. Cerca de la mitad de la fuerza obrera de la ciudad se echó a la calle. Marcharon bajo banderas rojas (...). La policía de Petrogrado bloqueó los puentes. Pero los dioses climáticos mostraron su solidaridad, manteniendo el brutal invierno. Las calles estaban pavimentadas de nieve, y el Nevá seguía congelado. Los manifestantes descendieron a millares desde el terraplén hacia el hielo. Caminaron sobre las aguas.

En un telegrama a su gobierno, el embajador británico George Buchanan desdeñaba los disturbios, describiéndolos como nada que revista seriedad. Casi nadie tenía, en ese momento, idea alguna de lo que había comenzado".

China Miéville: Octubre. La Historia de la Revolución Rusa.

lunes, 11 de diciembre de 2017

Roles, géneros y exclusiones bajo el Capitalismo (I).

"Tomemos el rol de trabajador. En las sociedades capitalistas clásicas, dominadas por hombres, éste es un rol masculino, y no sólo en el sentido estadístico relativamente superficial. Existe por el contrario un sentido muy profundo en el que la identidad masculina está ligada en estas sociedades al rol de proveedor económico de la familia. La masculinidad consiste en gran parte en salir de casa a diario para dirigirse a un lugar de trabajo remunerado y volver con un salario que provee a los que dependen de uno. Es esta relación interna entre ser hombre y ser proveedor la que explica por qué en las sociedades capitalistas el desempleo puede ser psicológica, así como económicamente, tan devastador para los hombres. También arroja luz sobre la importancia de la lucha por obtener un salario familiar en la historia de los movimientos obreros y sindicales en los siglos XIX y XX. No fue una lucha por un salario concebido como un pago a un individuo carente de género por el uso de su fuerza de trabajo, sino por el contrario, como pago a un hombre para que sostenga a una esposa y unos hijos económicamente dependientes. Esta concepción, por supuesto, legitimaba la práctica de pagar menos a las mujeres por un trabajo igual o comparable.

La connotación masculina del rol de trabajador está confirmada por el carácter exasperado y tenso de la relación de las mujeres con el trabajo remunerado en el capitalismo clásico dominado por el varón. (...) No es que las mujeres estén ausentes del lugar de trabajo remunerado, sino que están presentes de manera distinta: por ejemplo, como trabajadoras de "servicios" feminizados y en ocasiones sexualizados (secretarias, empleadas domésticas, vendedoras, prostitutas y azafatas); como miembros de "profesiones asistenciales" que utilizan habilidades maternales (enfermeras, trabajadoras sociales, cuidadoras de niños, maestras de educación primaria); como objetos de acoso sexual; como trabajadoras mal pagadas, poco cualificadas y de baja categoría en ocupaciones segregadas por sexos; como trabajadoras a tiempo parcial; como trabajadoras con doble turno (trabajo doméstico no remunerado y trabajo remunerado); como esposas y madres que, de manera secundaria, salen a trabajar; como "proveedoras complementarias" de ingresos. Estas diferencias en la calidad de la presencia de las mujeres en el trabajo remunerado atestiguan la disonancia conceptual entre la feminidad y el rol de trabajador en el capitalismo clásico".

Nancy Fraser: "¿Qué hay de crítico en la teoría crítica? El caso de Habermas y el género".

miércoles, 22 de noviembre de 2017

No será el momento de hablar de posfeminismo mientras no podamos hablar de pospatriarcado.

"Tener una identidad social, ser una mujer o un hombre, por ejemplo, es exactamente vivir y actuar bajo un conjunto de descripciones, las cuales, por supuesto, no son secretadas sin más por el cuerpo de cada persona; si no exudados simplemente por su psique. Derivan, por el contrario, del fondo de posibilidades interpretativas del que disponen los agentes de sociedades específicas. De ahí deducimos que, para entender las dimensiones que el género tiene en la identidad social, no basta con estudiar biología o psicología. Por el contrario, debemos estudiar las prácticas sociales históricamente específicas a través de las cuales se producen y circulan las descripciones culturales de género.

Las identidades sociales son, además, enormemente complejas. Están entretejidas a partir de una serie de descripciones distintas que derivan de una pluralidad de prácticas significativas distintas. Nadie es, en consecuencia, simplemente mujer sino, por ejemplo, mujer blanca, judía, de clase media, socióloga, lesbiana, socialista y madre. Dado que todos actuamos en una pluralidad de contextos sociales, además, las diferentes descripciones que componen la identidad social de un individuo entran y salen del punto de mira. Una no siempre es, por tanto, mujer en el mismo grado; en algunos contextos, la condición de mujer constituye un elemento central en el conjunto de descripciones bajo las que una persona actúa; en otros, es periférica o permanece latente. Por último, no se da el caso de que las identidades sociales de las personas se construyan de una vez por todas y se fijen definitivamente. Por el contrario, se alteran con el tiempo, variando con los cambios de prácticas y afiliaciones de los agentes. Incluso el modo de ser mujer cambiará, por tomar un ejemplo drástico, cuando esa mujer se hace feminista. (...) En la actual ola de fermento feminista, muchas que antes habíamos sido mujeres de un modo establecido nos hemos convertido ahora en mujeres en el  sentido muy distinto de colectividad política discursivamente autoconstituida.

(...) Las identidades sociales cambiantes, complejas y construidas discursivamente proporcionan una alternativa a las concepciones esencialistas y cosificadas de la identidad de género, por una parte, y a las simples negaciones y dispersiones de la identidad, por otra. Nos permiten navegar con seguridad entre las dos orillas del esencialismo y el nominalismo, entre cosificar las identidades sociales de las mujeres bajo estereotipos de feminidad, por una parte, y disolverlas en la completa nulidad y el olvido, por otra. Afirmo, por lo tanto, que con la ayuda de una concepción pragmática del discurso podemos aceptar la crítica al esencialismo sin volvernos posfeministas. Esto me parece una ayuda valiosísima, porque no será el momento de hablar de posfeminismo mientras no podamos hablar legítimamente de pospatriarcado".

Nancy Fraser: "Contra el simbolismo: usos y abusos del lacanismo en la política feminista".

miércoles, 15 de noviembre de 2017

No es una violación.

"No es una violación. La prueba: si verdaderamente hubiéramos querido que no nos violaran, habríamos preferido morir, o habríamos conseguido matarlos. Desde el punto de vista de los agresores, se las arreglan para creer que si ellas sobreviven es que la cosa no les disgustaba tanto. (...) Que haga falta pegarla, amenazarla, agarrarla entre varios para obligarla y que llore antes, después y durante, eso no cambia nada; en la mayoría de los casos, el violador se las arregla con su conciencia: no ha sido una violación, era una puta que no se asume y a la que él ha sabido convencer. (...) Sólo se identifica en prisión a los psicópatas graves, los violadores en serie que recortan coños con cascos de botella, o a los pedófilos que atacan a las niñas. Porque los hombres, claro está, condenan la violación. Lo que ellos practican, eso es otra cosa.

(...) Y de todos modos, ¿cómo es posible que hayas sobrevivido sin ser realmente una puta rematada? Una mujer que respeta su dignidad habría preferido que la mataran. Mi supervivencia, en sí misma, es una prueba que hablaba contra mí. (...) Porque en la violación siempre es necesario probar que no estábamos realmente de acuerdo. La culpabilidad está sometida a una atracción moral no enunciada. (...) Post-violación, la única actitud que se tolera es volver la violencia contra una misma. Engordar veinte kilos, por ejemplo. Salir del mercado sexual, porque has sido dañada, sustraerte voluntariamente al deseo".

Virginie Despentes: Teoría King Kong.


jueves, 9 de noviembre de 2017

Las exclusiones sexistas de la socialdemocracia.

"Cuando el feminismo de segunda ola irrumpió en la escena mundial, los Estados capitalistas avanzados de Europa Occidental y Norteamérica seguían disfrutando de la insólita racha de prosperidad que siguió a la Segunda Guerra Mundial. Utilizando nuevas herramientas de gestión económica keynesiana, habían aprendido, en apariencia, a contrarrestar las recesiones económicas y a guiar el desarrollo económico nacional para garantizar prácticamente el pleno empleo de los hombres. Al incorporar los otrora indómitos movimientos sindicales, los países capitalistas avanzados habían construido Estados del bienestar más o menos extensos, e institucionalizado una solidaridad nacional entre las clases. A buen seguro, este histórico acuerdo entre clases descansaba en una serie de exclusiones de género y etnorraciales, por no mencionar la explotación neocolonial externa. Pero aquellas líneas de fractura potenciales tendían a permanecer latentes en un imaginario socialdemócrata que situaba en primer plano la redistribución entre las clases. El resultado fue un próspero cinturón noratlántico de sociedades de consumo de masas, que en apariencia había amansado el conflicto social.

En la década de 1960, sin embargo, la calma relativa de esta edad de oro del capitalismo se vio repentinamente sacudida. En una extraordinaria explosión internacional, los jóvenes radicales tomaron las calles, al principio para oponerse a la Guerra de Vietnam y a la segregación racial en los Estados Unidos. Pronto empezaron a cuestionar rasgos fundamentales de la modernidad capitalista que la socialdemocracia había naturalizado hasta entonces (...).

Junto con sus camaradas de otros movimientos, las feministas de esa época remodelaron el imaginario radical. Al transgredir una cultura política que había primado a actores que se representaban a sí mismos como clases políticamente controlables e integradas en un marco delimitado nacionalmente, cuestionaron las exclusiones sexistas de la socialdemocracia. Al poner de manifiesto los problemas planteados por la familia burguesa y por el paternalismo de las políticas sociales, mostraron el profundo androcentrismo de la sociedad capitalista. Al politizar lo personal, expandieron los límites de la protesta más allá de la distribución socioeconómica, para incluir el trabajo doméstico, la sexualidad y la reproducción".

Nancy Fraser: Fortunas del feminismo.

lunes, 11 de septiembre de 2017

Tampoco nadie contó a las mulas.

"Muchos de los soldados que han tomado la ciudad son mujeres, guerrilleras y revolucionarias que llevan cuatro años a las órdenes de Villa. (...) Además de luchar están obligadas a cocinar, limpiar y satisfacer sexualmente a los hombres sin recibir ningún tipo de compensación por todas esas tareas. (...) Para escapar de ese destino, Petra Herrera ha partido a la revolución disfrazada de hombre. Es una especie de terrorista de género, una infiltrada al otro lado de las líneas enemigas. Lleva cuatro años haciéndose llamar Pedro Herrera, cuatro años hablando, comportándose y moviéndose como un hombre. Aprovecha las noches para lavarse, si alguien le pregunta dice que se está afeitando. De todas formas a esas horas todos están dormidos, borrachos o las dos cosas. En esos cuatro años, Petra no sólo ha aprendido a disparar sino también a manejar la dinamita. Es uno de los mejores soldados de Villa uno de los líderes indiscutibles de su ejército. Ha hecho saltar por los aires puentes, líneas de ferrocarril, cuarteles enteros. En el cuerpo a cuerpo no se queda atrás, su puntería le ha hecho ganarse el respeto de sus compañeros, que la obedecen cuando habla a pesar de no tener ningún grado oficial.

En la batalla de Torreón no se quedará atrás. El batallón que lidera es uno de los más importantes para la toma de la ciudad, el que resultará más efectivo cuando los revolucionarios caigan sobre ella después de los bombardeos. Su papel es tan destacado que el propio Villa les felicita personalmente. Petra aprovecha la victoria para detonar el atentado de género que llevaba cuatro años preparando: en medio de las felicitaciones, anuncia que es una mujer. El anuncio es como una bofetada en el rostro de Villa, que lo interpreta como una ofensa. A pesar de los ruegos de muchos de sus hombres, se niega a conceder el rango de general a Petra (...). Se calcula que en la toma de Torreón habían participado al menos cuatrocientas mujeres, pero las fuentes son confusas. Esta cifra parece referirse sólo a la participación militar directa, pero lo cierto es que prácticamente todas las mujeres que se ocupaban de tareas como la cocina y la limpieza del campamento también tomaban las armas cuando era necesario. Es muy probable que fuesen muchas más mujeres, pero nadie se molestó en contarlas. Al fin y al cabo, tampoco nadie contó a las mulas".

Layla Martínez: Batallones de mujeres en guerras y revoluciones.

viernes, 1 de septiembre de 2017

Porque pensaba que la Historia podía cambiar las cosas (V).

"La historia debe ser un instrumento de la lucha de clases, se afirmaba. (...) Todavía hoy, esta teoría no es enteramente abandonada en los círculos de los cuadros stalinistas.

En realidad, los marxistas afirman que la verdad histórica es un arma de la lucha de clases -al menos en manos de clases o de formaciones sociales progresistas. Son formaciones históricas conservadoras o reaccionarias las que, teniendo privilegios que defender o vicios que esconder, tienen que velar la verdad o deformarla. (...) Deformar la historia en beneficio para su propia clase o de su propio partido, es echar a perder un instrumento teórico indispensable para el combate y para las victorias, presentes y futuras. Mentir a su propia clase es bajarla de nivel de conciencia.

(...) Así que, cuando se falsifica la historia, cuando se miente para con su propia clase, cuando a la clase se le pone en el trance de descubrir tarde o temprano las mentiras, no se puede menos que sembrar la desmoralización, el escepticismo y el cinismo concerniente al Partido y al marxismo en general. (...) Algunos dirán que todo esto es ya "viejo cuento" y "ya pasado", pero aquél que ignora la historia de su propio movimiento y de su propia clase no está armado para rectificar los viejos o los nuevos errores. Será incapaz de solucionar los problemas que le impondrán las batallas venideras".

Ernest Mandel: La historia del Partido Bolchevique.

lunes, 28 de agosto de 2017

Objetos de deseo / Objetos de odio.

"El dispositivo capitalista, patriarcal y racista que permite convertir en mercancía los cuerpos de las mujeres armadas no funciona siempre. No todas las guerrilleras son susceptibles de ser convertidas en objeto de deseo por parte de los consumidores. Cuando las mujeres pertenecen a un grupo social que ha sido designado como enemigo, los flujos libidinales del mercado se paralizan. No se puede vender como objeto de deseo lo que antes se ha vendido como objeto de odio.

Posiblemente el mejor ejemplo en este sentido son las mujeres con hiyab. A pesar de su protagonismo en luchas sociales recientes, como las primaveras árabes, sus fotografías apenas han aparecido en nuestras redes sociales, y cuando lo han hecho no ha sido como cuerpos erotizados. (...) Las pocas imágenes que se difunden en las redes muestran a mujeres vestidas con ropas que nosotros consideraríamos occidentales y que se cubren la cabeza de una forma que nosotros identificaríamos con la izquierda antisistema. No importa que en realidad lleven el hiyab debajo, como puede apreciarse en muchas fotografías: lo importante es que no son vistas como parte de esa construcción social que es el enemigo islámico, y por tanto pueden ser mercantilizadas y erotizadas. El resto de mujeres [palestinas] solo aparecen en las fotografías como víctimas, como sujetos pasivos que sufren el maltrato de las fuerzas de ocupación israelíes.

(...) En la medida en que quedan fuera de la mercantilización, esas identidades pueden convertirse en espacios desde donde articular la resistencia, ya que no son asimilables por los flujos del capitalismo. En este sentido, el hiyab se convierte en un símbolo con un enorme potencial para la lucha, como repiten incesantemente las feministas islámicas. Otro ejemplo muy interesante en esa misma línea sería el uso del pasamontañas y la ropa no occidental por parte de las mujeres del EZLN. Al optar por un tipo de ropa que impide que su imagen sea mercantilizada por el capitalismo racista y patriarcal, evitan ser convertidas en objetos y pueden permanecer como sujetos, manteniendo una capacidad mucho mayor de control sobre su propia forma de presentarse al mundo".

Leyla Martínez: Pasamontañas, hiyabs y capitalismo baboso. La imagen de las mujeres en las guerras.

lunes, 21 de agosto de 2017

Que haya alguien en casa que te cuide es la única posibilidad para no volverse loco.

"De la misma manera que Dios creó a Eva para dar placer a Adán, el capital creó al ama de casa para servir al trabajador masculino, física, emocional y sexualmente; para criar a sus hijos, coser sus calcetines y remendar su ego cuando esté destruido a causa del trabajo y de las (solitarias) relaciones sociales que el capital le ha reservado. Es precisamente esta peculiar combinación de servicios físicos, emocionales y sexuales que conforman el rol de sirvienta que las amas de casa deben desempeñar para el capital lo que hace su trabajo tan pesado y al mismo tiempo tan invisible. No es casual que la mayor parte de los hombres comiencen a pensar en el matrimonio tan pronto como encuentran su primer trabajo. Esto no sucede sólo porque económicamente se lo puedan permitir sino porque el que haya alguien en casa que te cuide es la única posibilidad para no volverse loco después de pasar el día en una línea de montaje o en una oficina. Toda mujer sabe que debe cumplir con esos servicios para ser una mujer de verdad y lograr un patrimonio "exitoso". También en este caso, cuanto mayor es la pobreza familiar, mayor es la esclavitud a la que se ve sometida la mujer y no tan solo debido a la situación económica. De hecho el capital mantiene una política dual, una para la clase media y otra para las familias de clase trabajadora. No es accidental que sea en esta última donde encontramos el machismo menos sofisticado: cuantos más golpes se lleva un hombre en el trabajo más y mejor entrenada tiene que estar la mujer para absorber los mismos, y más permitido le estará el recuperar su ego a su costa. Le pegas a tu mujer y viertes tu rabia en ella cuando te sientes frustrado o demasiado cansado a causa del trabajo, o cuando te han vencido en una lucha (aunque trabajar en una fábrica ya es una derrota). Cuanto más obedece un hombre y más ninguneado se siente, más manda alrededor suyo. La casa de un hombre es su castillo y su mujer debe aprender a esperar en silencio cuando él está de mal humor, a recompone sus pedazos cuando está hecho trizas y odia el mundo, a darse la vuelta en el lecho cuando él dice estoy demasiado cansado esta noche o cuando lo hace tan rápido que, tal y como lo describió cierta vez na mujer, lo mismo podría estar haciéndolo con un bote de mayonesa. Las mujeres siempre han encontrado maneras de rebelarse, o de responder, pero siempre de manera aislada y en el ámbito privado. El problema es entonces cómo se lleva esta lucha fuera de la cocina y del dormitorio, a las calles".

Silvia Federici: "Salarios contra el trabajo doméstico".

miércoles, 16 de agosto de 2017

Que el enfado de una mujer era el de todas las mujeres.

"Desde la llegada de los colonos, las mujeres de la etnia Igbo (...) han perdido mucho poder. En la sociedad Igbo tradicional las mujeres disfrutaban de posiciones de autoridad en la organización política, social y religiosa de la aldea y el linaje se transmitía por vía materna. Sin embargo, la llegada del hombre blanco ha supuesto también la aparición del patriarcado [que] ha acabado también con muchos de los mecanismos culturales que poseían las mujeres para apoyarse y defenderse entre ellas. Uno de estos mecanismos era el enfado, que se gestionaba colectivamente. Aunque podían tener sus propios problemas individuales, las mujeres eran consideradas una unidad cuando se producía un conflicto con un hombre. El enfado de una mujer era el de todas las mujeres de la aldea, así que los hombres lo temían y trataban de evitarlo. Esto no implicaba que los conflictos se resolviesen siempre a favor de las mujeres, pero esta red de solidaridad las colocaba en una posición mas fuerte para dirimir los conflictos que tenían que ver con engaños, malos tratos o abusos de cualquier tipo. Además, la solidaridad actuaba también de forma preventiva, ya que los hombres evitaban realizar comportamientos que podían implicar un conflicto con todas las mujeres de la aldea.

Otro mecanismo cultural con el que contaban las mujeres igbo para apoyarse entre ellas era lo que se conocía como "sentarse encima de un hombre". Esta práctica consistía básicamente en el señalamiento y la ridiculización de los hombres que habían tenido una actitud de desprecio hacia las mujeres, ya fuese por maltratar a su esposa, violar las normas del mercado que dependían de las mujeres o dejar que su ganado se alimentara en los terrenos donde pastaban los animales de una mujer. El señalamiento podía producirse de muchas formas diferentes, aunque las más frecuentas eran que las mujeres rodeasen la casa del hombre cantando canciones obscenas que ridiculizaban su virilidad o que, en casos graves, destruyesen sus propiedades, llegando a incendiar su vivienda. En la sociedad igbo se consideraba que las mujeres tenían más capacidades de empatía y cuidado de lo colectivo, así que el resto de hombres no solía defender al que había sido señalado".

Layla Martínez: Batallones de mujeres en guerras y revoluciones.

miércoles, 9 de agosto de 2017

Las armas pertenecen a los hombres.

"El capitalismo siempre ha consumido cuerpos racializados y esclavizados, pero a lo largo de su historia ha ido incrementando las formas en que lo hacía y extendiéndose a otros sectores sociales. En este movimiento de extensión y profundización de sus intervenciones sobre los cuerpos, el capitalismo ha  tenido como principales aliados al patriarcado y al racismo. Estos dos sistemas de creencias, basados en la consideración de determinados cuerpos como inferiores a otros, han proporcionado la cobertura ideológica para la intervención del capitalismo sobre cuerpos racializados y sobre cuerpos no masculinos.

(...) Esta conjunción de patriarcado, racismo y capitalismo es muy evidente en el caso de las guerrilleras kurdas, pero también en las de otras mujeres participantes en conflictos armados. Despojadas de su capacidad de ser sujetos y con cuerpos calificados de deseables por los códigos culturales del capitalismo racista y patriarcal, sus imágenes son consumidas en relaciones económicas a las que son ajenas y que enriquecen  a enormes empresas transnacionales ubicadas en los países occidentales. 

En la creación de los códigos culturales que hacen deseables a los cuerpos de las guerrilleras han tenido una gran responsabilidad las ideologías de izquierda, que han promovido una suerte de fetichismo de la mujer armada. Las mujeres armadas no eran unos soldados más, eran cuerpos deseables en tanto que excepcionales, peligrosos y prohibidos. No es difícil ver lo patriarcal de este deseo: las armas pertenecen a los hombres, así que las mujeres que las tocan están transgrediendo una norma social, excitan el deseo de los hombres porque usurpan algo que no les pertenece. De alguna manera sería similar al deseo que despiertan las lesbianas, que se adueñan de algo que es propiedad de los hombres. Por supuesto, esto sucede solo en el caso de que lo hagan momentáneamente y en función de la mirada masculina, sin politizarlo ni abandonar lo que socialmente se entiende como feminidad. Más allá de las fantasías del porno lésbico hecho para varones heterosexuales, las lesbianas sólo reciben el desprecio y la violencia del patriarcado, que las ve como una amenaza. De la misma forma, un grupo de mujeres armadas, politizadas y que no responda a lo que la norma social entiende como femenino despierta muchos miedos patriarcales y ningún deseo".

Layla Martínez: Pasamontañas, hiyabs y capitalismo baboso. La imagen de las mujeres en las guerras.

miércoles, 2 de agosto de 2017

Porque pensaba que la Historia podía cambiar las cosas (IV).

"Los trabajadores sólo serán capaces de destruir esta máquina violenta si le hacen frente con las experiencias de su propia historia de luchas; si aprenden a manejarse con conciencia histórica; si evitan la sistemática destrucción de su propio pasado fuera del capital que el monstruo capitalista practica todos los días; si se preparan para transformar su propia historia de luchas en un instrumento para la destrucción revolucionaria del sistema de explotación".

Karl Heinz Roth y Angelika Ebbinghaus: El "otro" movimiento obrero y la represión capitalista en Alemania (1880-1973).

"Nada verdaderamente nuevo nacerá de la abolición de la memoria".

Daniel Bensaïd: Estrategia y partido.

"El texto de un historiador activista se distancia de la historia neutral y aséptica que puede ser impoluta pero totalmente incapaz de servir para entender cómo funciona el mundo, cómo hemos llegado hasta el presente y cómo podemos cambiarlo".

Andy Durgan y Joel Sans: "Recuperar a Lenin para el siglo XXI", prólogo a Tony Cliff: Lenin. La construcción del partido.

viernes, 21 de julio de 2017

Ni las mujeres ni la tierra.

"En África Oriental, no sólo los funcionarios coloniales, los misioneros y después los granjeros impusieron el cultivo comercial a expensas de la producción alimentaria, sino que también excluyeron a las mujeres africanas, que realizaban la mayor parte de los trabajos agrícolas, del aprendizaje de los sistemas modernos de agricultura y de asistencia técnica. Invariablemente privilegiaban a los hombres en lo tocante a las asignaciones de terrenos, incluso cuando se ausentaban de sus casas. Gracias a esto, además de erosionar los derechos tradicionales de las mujeres en relación con su participación en los sistemas de tierras comunales y como cultivadoras independientes, los colonizadores y los granjeros de este tipo introdujeron nuevas divisiones entre hombres y mujeres. Impusieron una nueva división del trabajo, basada en la subordinación de las mujeres a los hombres, que según los esquemas colonialistas incluía la cooperación no remunerada con sus maridos en la labranza de los cultivos comerciales.

De todas maneras, las mujeres no aceptaron sin protestar este deterioro de su posición social. En el África colonial cada vez que temían que el gobierno fuera a vender sus terrenos o a apropiarse de sus cultivos se rebelaban. Ejemplar fue la protesta de las mujeres que se organizaron contra las autoridades coloniales en Kedjom Keku y en Kedjom Ketinguh (noroeste de Camerún, entonces bajo mandato británico) en 1958. Furiosas por los rumores que afirmaban que el gobierno iba a poner a la venta sus tierras, 7.000 mujeres marcharon repetidas veces sobre Bamenda, capital de la provincia en aquel momento, y en su más larga estancia acamparon fuera de los edificios administrativos de los colonos británicos durante dos semanas, cantando fuertemente y haciendo sentir su alborotadora presencia.

(...) Se produjeron luchas similares durante los años cuarenta y cincuenta por toda África, en las que las mujeres se resistían a la introducción de cultivos comerciales y al trabajo que este cultivo les imponía y que les apartaba de sus cultivos de subsistencia. La resistencia de la agricultura de subsistencia de las mujeres tiene que ser valorada, desde el punto de vista de las comunidades colonizadas, como la contribución que hicieron a la lucha anticolonial, en particular para la supervivencia de los luchadores por la libertad en los bosques (por ejemplo en Argelia, Kenia o Mozambique). 

(...) Gracias a estas luchas -a día de hoy reconocidas como principal causa del fracaso de los proyectos de desarrollo agrícola de los años sesenta y setenta-, una proporción considerable del sector de subsistencia ha sobrevivido en muchas regiones del mundo, pese al compromiso de los gobiernos, pre- y post-independencia, de impulsar un desarrollo económico de corte capitalista".

Silvia Federici: "Mujeres, luchas por la tierra y globalización: una perspectiva internacional".


lunes, 17 de julio de 2017

Contra los estándares de lo aceptable.

"Nuestra sociedad no puede concebir aún que una chica joven y relativamente cuerda elija dedicarse al trabajo sexual por otro motivo que no sea la desesperación. Va en contra de todos los estándares de lo aceptable para la mujer. También es importante marginar a las trabajadoras sexuales, no vaya a ser que nuestras tiernas hijitas se imaginen una carrera en lo que aún hoy es un tabú terrible. Hace cien años se declaraba ninfómanas enfermas a las mujeres que querían mantener relaciones sexuales más a menudo que sus maridos. Hoy, a pesar de que a las mujeres se les concede el derecho a la satisfacción sexual, el doble rasero sigue vigente y en plena forma, y se controla a las mujeres a través del miedo a la temida etiqueta de golfa. Convertirse en una trabajadora sexual cruza la línea que separa el territorio prohibido: ¿cómo nos atrevemos a usar nuestros cuerpos y nuestra sexualidad para ganarnos la vida o simplemente para expresar quiénes somos? ¿Quién nos ha dado el derecho al control absoluto sobre nuestros cuerpos y nuestra sexualidad?

(...) Es cierto que muchas de las mujeres que empiezan a desempeñar un trabajo sexual lo hacen por motivos poco positivos, como por ejemplo para superar sentimientos de falta de autoestima o de odio hacia sí mismas. Pero también hay muchas mujeres que lo hacen porque disfrutan del sexo y les gusta la idea de tener relaciones sexuales por dinero, o al menos porque lo encuentran mucho menos opresor y mucho más lucrativo que algunas de sus otras opciones".

Candida Royalle: "Qué hace una chica como tú...", en VV.AA.: Porno feminista. Las políticas de producir placer.

sábado, 15 de julio de 2017

Los reductos no son suficientes.

"Ni siquiera poseer un estatus determinado dentro del mundo académico es una apuesta segura para sentirte más realizada o ser más creativa. La ausencia de un movimiento de mujeres fuerte dentro de las academias puede ser bastante sofocante, puesto que tienes que alcanzar estándares que no está en tus manos determinar y rápidamente empiezas a utilizar un lenguaje que no es el tuyo. Desde este punto de vista, no importa si tu campo es la geometría euclidiana, o si enseñas historia de las mujeres, incluso teniendo en cuenta que pese a todo los estudios sobre las mujeres nos proporcionan un enclave que, hablando en términos relativos, nos permite ser "más libres" a la hora de dedicarnos a estas tareas. Pero los reductos no son suficientes. Es nuestra relación con el trabajo intelectual y el mundo académico lo que debe cambiar. Los Women' Studies están reservados a quienes pueden pagarlos, a aquellas que están dispuestas a sacrificarse, añadiendo una jornada de estudio a la laboral con continuos cursos educativos. Pero todas las mujeres deberían tener la posibilidad de acceder a estudiar; mientras la educación sea una mercancía por la que tengamos que pagar, o un paso en la "caza de empleo", nuestra relación con el trabajo intelectual no podrá ser una experiencia liberadora.

(...) Estoy interesada en construir una sociedad en la que la creatividad sea una condición de las masas y no un regalo reservado a unos pocos afortunados, incluso aunque la mitad sean mujeres. Nuestra historia actual es la de miles de mujeres que agonizan sobre los libros, el cuadro o la canción que nunca podrán acabar o que ni siquiera pueden comenzar, porque no disponen de tiempo o dinero.  También debemos ampliar nuestra idea de lo que significa ser creativa. Porque en sus mejores momentos, una de las actividades más creativas se da cuando te encuentras envuelta en una lucha junto con otras personas, rompiendo los muros de nuestro aislamiento, comprobando cómo cambian nuestras relaciones con las otras, descubriendo nuevas dimensiones en nuestras vidas. (...) Bertolt Bretch decía que lo que el aburrimiento produce sólo puede generar aburrimiento y estaba en lo cierto. Pero para poder trasladar nuestros placeres y dolores a un papel o a una canción o a un dibujo, tenemos que tener la sensación de que somos capaces, lo suficiente para creer que nuestras palabras serán escuchadas".

Silvia Federici: "Devolvamos el feminismo al lugar que le corresponde".

jueves, 13 de julio de 2017

Contra la institución familiar.

"En el momento histórico en el que Marx escribió su obra, la familia nuclear y el trabajo doméstico no estaban desarrollados todavía. Lo que Marx tenía ante sus ojos era el proletariado femenino, que era empleado junto a sus maridos e hijos en la fábrica, y a la mujer burguesa que tenía una criada y, trabajase o no ella misma, no producía la mercancía fuerza de trabajo. La ausencia de lo que hoy llamamos familia nuclear no significa que los trabajadores no intimaran y copularan. Significa, sin embargo, que era imposible sacar adelante relaciones familiares y de trabajo doméstico cuando cada miembro de la familia pasaba quince horas diarias en la fábrica, y no había ni tiempo ni espacio físico para la vida familiar.

Sólo después de que las epidemias y el trabajo excesivo diezmasen la mano de obra disponible y, aún más importante, después de que diferentes oleadas de luchas obreras entre 1830 y 1840 estuviesen a punto de llevar a Inglaterra a una revolución, la necesidad de tener una mano de obra más estable  y disciplinada forzó al capital a organizar la familia nuclear como base para la reproducción de la fuerza de trabajo. Lejos de ser una estructura precapitalista, la familia, tal y como la conocemos en 'Occidente', es una creación del capital para el capital, una institución organizada para garantizar la cantidad y calidad de la fuerza de trabajo y el control de la misma. Es por esto que como el sindicato, la familia protege al trabajador pero también se asegura de que él o ella nunca serán otra cosa que trabajadores. Esta es la razón por la que es crucial la lucha de las mujeres de la clase obrera contra la institución familiar".

Silvia Federici y Nicole Cox: "Contraatacando desde la cocina".

jueves, 29 de junio de 2017

Las feministas que se negaron a cuidar.

"La confrontación con el trabajo reproductivo -reducido, en un principio, al trabajo doméstico- fue el factor definitorio para muchas mujeres de mi generación, nacidas en el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial. Después de dos guerras, que en el espacio de tres décadas habían eliminado a setenta millones de personas, los atractivos de la domesticidad y la promesa de sacrificar nuestras vidas para producir más trabajadores y soldados par el Estado no tenían lugar en nuestro imaginario. De hecho, más que la confianza en una misma que la guerra otorgó a muchas mujeres -y que en EEUU simbolizó la imagen de Rossie la remachadora-, fue la memoria de la carnicería en la que habíamos nacido, especialmente en Europa, lo que dio forma a nuestra relación con la reproducción durante el periodo de postguerra. (...) Cuando recuerdo las visitas que, en Italia, siendo escolares, hacíamos a las exposiciones en los campos de concentración, y las historias que se contaban en las sobremesas acerca de la cantidad de veces que, a duras penas, nos habíamos salvado de ser asesinados por los bombardeos, escapando en mitad de la noche en busca de refugio bajo un cielo que refulgía con las estelas de las bombas, no puedo dejar de preguntarme cuánto peso habrán tenido estas experiencias en mi decisión, y en la de muchas otras mujeres, de no tener hijos ni convertirnos en amas de casa.

Esta perspectiva antibelicista puede que sea la razón por la que nuestra actividad, al contrario que otras críticas feministas previas al hogar, la familia y el trabajo doméstico, no podía buscar reformas. Echando un vistazo retrospectivo a la literatura feminista de principios de los años setenta, me sorprende la ausencia de las problemáticas que preocupaban a las feministas de los años veinte, cuando la reordenación del hogar en términos domésticos, la tecnología aplicada al hogar y la reorganización de los espacios eran temas centrales en la teoría y la práctica feministas. Por primera vez, el feminismo mostraba una ausencia de identificación con el trabajo reproductivo, no sólo cuando se producía para otros sino incluso en relación a nuestras familias y parientes".

Silvia Federici: Revolución en punto cero. Trabajo doméstico, reproducción y luchas feministas.

"Amar, cuidar, sostener, durante toda la vida hasta que revientes, sin poder elegirlo. Sumergirse y condenarse a esa circularidad opresiva de lo doméstico, a esa repetición continua que no permite excepciones. Podríamos decir que somos las hijas de las feministas de los setenta que se negaron a cuidar".

Carolina León: Trincheras permanentes. Intersecciones entre política y cuidados.

lunes, 26 de junio de 2017

Y son de quien ellas quieren ser.

"Las rabonas no son casadas, no pertenecen a nadie y son de quien ellas quieren ser. Son criaturas al margen de todo. Viven con los soldados, comen con ellos, se detienen en donde ellos acampan, están expuestas a los mismos peligros y soportan aún mayores fatigas. Cuando el ejército está en marcha, es casi siempre del valor y de la intrepidez de estas mujeres que lo preceden de cuatro o cinco horas, de lo que depende su subsistencia. (...) Es digno de notar que, mientras el indio prefiere matarse antes de ser soldado, las mujeres indias abrazan esta vida voluntariamente y soportan las fatigas y afrontan los peligros con un valor de que son capaces los hombres de su raza. No creo que se pueda citar una prueba mas admirable de la superioridad de las mujeres en la infancia de los pueblos.

(...) Estas mujeres son lo más lejano a cualquier ideal de belleza. Esto es concebible por la naturaleza de las fatigas que resisten. En efecto, soportan la intemperie en los climas más opuestos, sucesivamente expuestas al ardor abrasador del sol de las pampas y al frío de las cimas heladas de las cordilleras. Llevan por todo vestido una falda corta de lana que les cae hasta las rodillas, una piel de carnero en ,medio de la cual hacen un hueco para pasar la cabeza y ambos lados le cubren la espalda y el pecho. No les importa nada su aspecto exterior. Los pies y los brazos están desnudos. Se nota que entre ellas reina bastante armonía a pesar de que las escenas de celos ocasionan a veces asesinatos. Las pasiones de estas mujeres no están contenidas por ningún freno y esos acontecimientos no deben sorprender. Está fuera de toda duda que, en un número igual de hombres a quienes no contuviese ninguna disciplina y llevasen la vida de estas mujeres, los asesinatos serían mucho más frecuentes. Las rabonas veneran al sol, pero no observan ninguna práctica religiosa".

Flora Tristán: Peregrinaciones de una paria, 1838.

sábado, 17 de junio de 2017

De la esquizofrenia entre discurso y actuación.

"Y es así que entro en la casa a colaborar con mi madre, que está terminando el almuerzo y aprovecha para quejarse. Explica que está harta de las manías de los hombres con los que vive. Hasta el gorro de recoger calcetines y calzoncillos usados del suelo -para lavarlos, tenderlos, recogerlos, devolverlos a su sitio-, de levantar los platos en los que acaban de comer -que habrá de fregar-, de ser quien únicamente pasa un cepillo y un mocho cuando le dan las fuerzas -y se lo permite la bronquitis-.

Y le digo cómodamente: 'Deja de cuidarlos'. Entonces se monta la obra de teatro entre madre e hija. 'No lo hagas más, ¿qué va a pasar?', yo. Que tienen más años que matusalén, que ella ya cuidó bastante. Que qué pasaría sino estuviera. Que pruebe. '¿Y abandonarlos? ¿Y quién lo va a hacer?', ella. Que están viejos, que no saben hacer nada solos. 'Tú también estarías haciéndolo', me espeta. 'No, no estaría haciéndolo', respondo, aunque creo que digo mentiras. 'Pero es que a ti no te cuida nadie', yo.

'Algo tendré, lo que no sé es convivir con la mierda'. Y sé que hay mucho más que eso, la despensa surtida, dos menús al día, una batalla diaria contra el caos. En mi pequeña pieza teatral, la hija no va a tomar el rol de la madre, la madre no encuentra una salida para soltar su rol, el hombre no se está enterando de nada. Mi madre termina enfadada conmigo yo estoy enfadada con la vida.

Sabemos que no es nuestra tarea exclusiva pero no podremos evitar levantarnos para retirar los platos. Vemos la matriz que reparte los cuidados asimétricamente pero propondremos antes que nadie dejar de discutir. Convivimos con esa desigualdad y con nuestras intelectualizaciones. Esa pequeña esquizofrenia entre discurso y actuación (...). Probábamos las dulzuras de la vida autónoma, pero habíamos crecido absorbiendo la tendencia al cuidado -por el ejemplo de otras o por insistencia con muñecas de plástico- asignada a lo femenino. En este terreno confuso es posible la crítica feminista a la organización social que da por hecho tantas cosas, mientras en las prácticas concretas y en nuestras experiencias -urbanas o rurales, del norte o del sur- no hemos conseguido desmontar mucho. En este terreno convive todo, con cargo a nuestras espaldas, y yo no he hecho más que enfadar a mi madre".

Carolina León: Trincheras permanentes. Intersecciones entre política y cuidados.

martes, 13 de junio de 2017

En el comienzo fueron las mujeres.

"Dos años antes, en 1915, Inés Armand, Krupskaia y la mujer de Zinoviev habían celebrado en Berna el Congreso Internacional de Mujeres Socialistas. (...) El Congreso reafirmó la decisión tomada cinco años antes, en Copenhague, de honrar a las obreras una vez al año, el 8 de marzo.

En 1917, la fiesta de la mujer trabajadora tiene sobrados motivos para inquietar al general Jabalov. El frío, 40º bajo cero, ha paralizado toda la circulación. 1.200 locomotoras se han convertido en bloques de hielo. 57.000 vagones destinados al avituallamiento han quedado bloqueados en las vías. La capital es presa del pánico, del hambre y de la cólera popular.

La primera manifestación arranca en el barrio de Viborg donde militan Kalinin y Molotov. Las mujeres avanzan con trajes oscuros hasta los tobillos y las cabezas cubiertas con grandes pañuelos blancos de lana, gritando: ¡Pan! ¡Pan! A medida que las obreras se acercan a los barrios administrativos, la columna se va haciendo más grande. Algunos hombres acuden para encuadrarla: aparecen banderas rojas. A las tres de la tarde se calcula que hay 90.000 personas en la manifestación, cuando la policía trata de dispersarla. Pero no puede hacer nada ante una multitud tan grande si no cuenta con la participación del ejército. Los cosacos no hacen nada para defender a los policías, que están siendo rodeados y golpeados, y las tiendas son saqueadas.

Esa noche, el comité bolchevique vota la continuación y la generalización de la huelga. El llamamiento es redactado por un viejo bolchevique, el periodista Olminski: Formad comités de lucha, comités de libertad. Más vale morir luchando valientemente por la clase obrera que morir en el frente defendiendo las ganancias de los capitalistas".

Jean-Paul Ollivier: ¿Cuándo amanecerá, camarada? Crónica de la Revolución rusa: 1876-1917.

martes, 6 de junio de 2017

El matrimonio es el único infierno que reconozco.

"Son numerosos los indicadores psicológicos y todos señalan en la misma dirección. Las mujeres casadas de esos estudios informan acerca de una depresión un 20% mayor que las solteras y tres veces la tasa de neurosis grave. Las mujeres casadas tienen más colapsos nerviosos, nerviosidad, palpitaciones e inercia. Aun otros males afectan desproporcionadamente a las mujeres casadas: insomnio, temblor de manos, mareos, pesadillas, hipocondría, pasividad, agorafobia y otras fobias, infelicidad con su aspecto físico y abrumadores sentimientos de culpa y vergüenza. Un estudio longitudinal de veinticinco años de mujeres con educación terciaria descubrió que las esposas tenían la menor autoestima, se sentían menos atractivas, declaraban la mayor soledad y se consideraban a sí mismas las menos competentes en casi todas las tareas, incluso el cuidado e sus hijos".

Susan Faludi: Reacción. La guerra no declarada contra la mujer moderna, 1991.

"- Prima, hay sufrimientos en donde hay opresión y opresión en donde el poder de ejercitarla existe. En Europa, como aquí, las mujeres están sometidas a los hombres y tienen que sufrir aún más su tiranía.

- (...) Es usted muy buena en irritarse así por la suerte de las mujeres. Son, en efecto, muy desgraciadas y, sin embargo, querida amiga, no puede usted juzgar de ello sino imperfectamente. Para tener una idea justa del abismo del dolor en que está condenada a vivir, hay que estar o haber estado casada. ¡Oh, Florita! El matrimonio es el único infierno que reconozco".

Flora Tristán: Peregrinaciones de una paria, 1838.

lunes, 29 de mayo de 2017

No podemos permitirnos ese lujo.

"Las mujeres no tenemos una memoria limitada. No podemos permitirnos ese lujo (...).

En la antigüedad, las mujeres empleaban gelatinas, gomas y plantas como métodos anticonceptivos y para interrumpir embarazos no deseados. Esas prácticas continuaron hasta el siglo XIV, cuando Europa necesitaba repoblarse y empezó a perseguir a las 'brujas' y a las comadronas que compartían su valioso conocimiento sobre métodos anticonceptivos.

Cada vez que un Gobierno quería conseguir un objetivo, a menudo relacionado con el crecimiento demográfico, restringía el acceso al control de natalidad o lo criminalizaba, a menos que el crecimiento demográfico afectase a los pobres, por supuesto, en cuyo caso se fomentaba la contracepción con entusiasmo. Históricamente, la sociedad sólo ha querido que la 'gente adecuada' tenga derecho a la vida.

(...) Las mujeres han llegado a tirarse por las escaleras o hacerse daño físico de otra manera para provocarse un aborto. Como señalaba el Dr. Waldo Fielding en el New York Times: Se había utilizado y se utilizaba prácticamente cualquier instrumento imaginable para provocar abortos: agujas de zurcir, agujas de ganchillo, saleros de cristal tallado, botellas de gaseosa, a veces intactas y a veces con el cuello roto. Las mujeres han intentado usar jabón, lejía, catéteres, remedios naturales. Históricamente, han recurrido a cualquier medio necesario. Y lo volverán a hacer si las hacen retroceder a ese terrible rincón. Esta es la responsabilidad que nuestra sociedad ha impuesto a las mujeres durante siglos.

Es un pequeño milagro que nosotras tengamos buena memoria de nuestros derechos, que han sido continua y vergonzosamente alienables".

Roxane Gay: Mala feminista.

jueves, 25 de mayo de 2017

Incitar y corromper.

"La profesionalización de la medicina en el siglo XIX, especialmente en el campo de la ginecología, tuvo lugar a la vez que reformadores como Anthony Cmstock aprobaban leyes que criminalizaban las imágenes e información no autorizadas sobre el sexo, el embarazo y el cuerpo, que aparecían por todas partes después de que los libros y panfletos baratos, producidos en masa, se hicieran algo común. Esta ambivalencia continuó hasta los años setenta, al mismo tiempo que los discursos médico y educativo se utilizaban para a la vez condenar y defender las películas proyectadas públicamente, algunas de las cuales mostraban imágenes prohibidas por la institución de Hollywood, desde las películas de explotación 'clásicas' de los años treinta y cuarenta hasta la aparición del cine hardcore ya más cerca de los años sesenta. 

(...) Esta relación llegó a un nivel de conflicto insostenible en los años que siguieron a la Guerra Civil estadounidense. Mientras los estadounidenses aguantaban los desgarradores cambios en la economía según el énfasis pasaba de la agricultura a la industria, el traslado durante décadas de la población de las zonas rurales acabó creando un enorme desplazamiento cultural: grandes cantidades de hombres jóvenes se mudaron a ciudades densamente pobladas y se vieron expuestos a medios de entretenimiento producidos en masa, como libros de bolsillo, revistas de gran tirada, octavillas y panfletos, todo hecho posible por las economía de escala en producción y distribución gracias al caucho vulcanizado, que revolucionaba el transporte y optimizaba el proceso de impresión, por no mencionar la reducción del coste de fabricación de los preservativos de látex. Numerosos grupos culturales y religiosos intentaron sortear los movimientos sísmicos que estos cambios amenazaban con traer y (...) la llamada Ley Comstock hizo que fuera un delito grave importar o enviar a través de correo postal cualquier tipo de imagen sexual, relato sexual o información sobre control de natalidad y aborto, debido a su percibida tendencia a incitar y corromper.

(...) Uno de los aliados más poderosos de Comstock fue la American Medical Association, que desde sus comienzos en 1847 estaba incrementando sus esfuerzos para acabar con la tradición centenaria de las matronas y reemplazarla con las disciplinas profesionalizadas de la obstetricia y la ginecología, dos disciplinas que suprimían activamente el acceso y la información sobre anticoncepción y abortivos".

Kevin Heffernan: "De 'podría pasarle a alguien a quien amas' a '¿sabes hablar el idioma del culo?': mujeres y discursos de educación sexual en películas y vídeos eróticos", en VV.AA.: Porno feminista. Las políticas de producir placer.

jueves, 18 de mayo de 2017

Y comieron perdices.

"El hombre de la mayoría de los cuentos de hadas, el príncipe azul, en realidad no es muy interesante. En la mayoría de cuentos de hadas, tiene un atractivo insulso y casi nunca muestra mucha personalidad, gusto o inteligencia. Se supone que debemos conformarnos porque es el príncipe azul y encantador. Se supone que con su encanto basta.

Las versiones Disney de los cuentos de hadas, probablemente las más conocidas, no presentan una gran oferta en lo que a príncipes se refiere. En La sirenita, el príncipe Eric tiene una gran mujer delante de sus narices, pero está tan obsesionado con una voz hermosa que escuchó una vez que no es capaz de valorar lo que tiene. En Blancanieves, el príncipe ni siquiera encuentra a Blancanieves hasta que está comatosa, y tiene tan poca imaginación que se enamora sin más de su cuerpo aparentemente exánime. En La bella y la bestia, Bella es entregada a la Bestia por su propio padre, y luego tiene que soportar las atenciones de un hombre que básicamente la ve como un mueble. Tendrá que sacrificarse y amar a una bestia de hombre para descubrir al final que en realidad es un apuesto príncipe.

Lo que tienen los cuentos de hadas es que la princesa encuentra a su príncipe, pero normalmente debe pagar un precio. Hace falta un compromiso para ser felices para siempre. En el cuento de hadas es la mujer quien suele pagar el precio. Parece que esa es la naturaleza del sacrificio".

Roxane Gay: Mala feminista.

martes, 16 de mayo de 2017

Que las mujeres siempre han sido sanadoras.

"Las mujeres siempre han sido sanadoras. Ellas fueron las primeras médicas y anatomistas de la historia occidental. Sabían actuar abortos y actuaban como enfermeras y consejeras. Las mujeres fueron las primeras farmacólogas con sus cultivos de hierbas medicinales (...). Y fueron también parteras que iban de casa en casa y de pueblo en pueblo. Durante siglos las mujeres fueron médicas sin título; excluidas de los libros y la ciencia oficial, aprendían unas de otras y se transmitían sus experiencias entre vecinas o de madre a hija. La gente del pueblo las llamaba 'mujeres sabias', aunque para las autoridades eran brujas o charlatanas. La medicina forma parte de nuestra herencia de mujeres, pertenece a nuestra historia, es muestro legado ancestral.

Sin embargo, en la actualidad la atención en salud se haya exclusivamente en manos de profesionales masculinos. El 93% de los médicos de los Estados Unidos son varones y casi todos los altos cargos directivos y administrativos de las instituciones sanitarias también están ocupados por hombres. Las mujeres todavía son mayoritarias en la profesión -el 70% del personal sanitario es femenino- pero se nos ha incorporado como mano de obra dependiente a una industria dirigida por hombres. Ya no ejercemos autónomamente ni se nos conoce por nuestro nombre y se nos valora por nuestro trabajo. La mayoría somos ahora un simple peonaje que desarrolla trabajos anónimos y marginales: oficinistas, dietistas, auxiliares técnicas, sirvientas".

Barbara Ehrenreich y Deidre Englis: Brujas, parteras y enfermeras. Una historia de sanadoras femeninas.

sábado, 13 de mayo de 2017

Los primeros directores indie.

"Veréis, los directores de cine erótico fueron los directores indie originales. El hecho de que sus películas te pusieran no era diferente de cualquier otro género que te asustara a muerte o te hiciera llorar. Las películas son grandes vehículos de transmisión de emociones fuertes. Cuando te tocan en múltiples niveles al mismo tiempo, las llamamos obras maestras.

La era hardcore que comenzó a finales de los años sesenta se comprende ahora como parte de la ola de películas independientes que se desgajaron del sistema de los estudios de Hollywood. Los realizadores de cine erótico fueron pioneros en la misma liga que los directores se spaghetti western o los productores de torpes películas de horror o ciencia ficción. A veces, eran las mismas personas. La guetización del cine pornográfico era extraña, y completamente injustificada, salvo por la mojigatería de los políticos.

(...) De forma parecida a lo que ocurre con la vida gay, el "debate del porno" parece existir en dos mundos paralelos voluntarios. Por un lado, está pasado, aburre. En el otro mundo, el Planeta Puritano, el clima legal y de política pública es fundamentalista. Los políticos y los líderes religiosos amenazan con el sexo como si fuera el hombre del saco, de manera cada vez más llamativa, y consiguen apoyos tanto de liberales como de conservadores.

La edad dorada del siglo XXI es una época de moralismo, de "avergonzar a las golfas" para el público general, mientras que para la élite lo normal es la corrupción y el libertinaje a lo Calígula". 

Susie Brigth: "El nacimiento de la crítica cinematográfica del porno", en VV.AA.: Porno feminista. Las políticas de producir placer.

jueves, 11 de mayo de 2017

Dudando de nuestra propia cordura.

"¿Por qué había de repente tanto conflicto con la representación sexual de las mujeres en la esfera pública? Desde mi punto de vista, era una cuestión demográfica. Las mujeres que habían terminado la secundaria a finales de los años setenta -cuando el pensamiento feminista estaba influyendo en las ideas sobre la sexualidad- se encontraban ahora a mitad de su veintena, un momento natural para la exploración sexual y la experimentación. El feminismo nos presentó conceptos como nuestros cuerpos, nuestras reglas, y al mismo tiempo, la prominente autora feminista Robin Morgan proclamaba el porno es la teoría, la violación es la práctica. Se nos animaba a que nos hiciéramos responsables de nuestros orgasmos y al mismo tiempo se afirmaba que la penetración era la práctica patriarcal de colonizar los cuerpos de las mujeres, y que cualquier mujer que lo deseara no estaba liberada. Esos mensajes contradictorios dejaban a toda mujer dudando de su propia cordura. Si las mujeres querían practicar juegos de roles o de intercambio de poder, penetrar a sus parejas o ser penetradas, o consumir pornografía en sus vidas privadas, se cuestionaban por ello sus credenciales feministas. Al definir lo personal como político, esta facción del feminismo también definía lo político como personal. Se nos instaba, usando las palabras de los cuáqueros del siglo XVIII, a decirle la verdad al poder, pero si lo hacíamos con nuestras propias voces individuales, se nos acusaba de traicionar a todo nuestro género".

Nina Hartley: "Porno: un medio efectivo para educar y modelar la conducta sexual".

martes, 9 de mayo de 2017

Que la cuestión de la mujer se había resuelto.

"La puesta en marcha de la Nueva Política Económica (NEP) en 1921 significó un retorno progresivo de las mujeres a la situación anterior a la Revolución. (...) Las mujeres sufrieron el aumento del desempleo que duró hasta 1927 y fueron empujadas a replegarse a los sectores "tradicionales" como los textiles y la industria ligera. Las prácticas de "libre mercado" se convirtieron en discriminación contra ellas en contrataciones y despidos, especialmente dado el costo de las licencias de maternidad y la protección en el trabajo durante el embarazo y la lactancia. Al tiempo, se instituyeron cuotas por servicios que habían sido gratuitos, como los comedores colectivos, y alrededor de la mitad de las guarderías y hogares para madres solteras se vieron obligados a cerrar. 

(...) Dejando de lado el compromiso que habían hecho los bolcheviques de no interferir en la vida personal de los ciudadanos, en la década de los años treinta comenzó a difundirse que la teoría de la "extinción de la familia" llevaba al libertinaje sexual, mientras que las alabanzas a las "buenas amas de casa" empezaron a aparecer en la prensa. EN 1936, un editorial de Pravda denunciaba un plan habitacional con cocinas colectivas como una "desviación de izquierda" y un intento por "introducir artificialmente la vida comunal", fue el aldabonazo para volver a la familia tradicional y el abandono de todos los experimentos hechos hasta entonces.

La burocracia estalinista comenzó a eliminar todas las leyes que los bolcheviques habían ido introduciendo y que permitían tanto a hombres como a mujeres la plena expresión de su potencial. La homosexualidad, la prostitución, la promiscuidad sexual y el adulterio se declararon ofensas criminales en 1934, castigadas con un mínimo de ocho años en prisión, al tiempo que el divorcio devino un proceso largo. Y dos años después, el Código Familiar ilegalizó el aborto, algo que implicó un alto coste para las trabajadoras: la tasa de muertes por aborto aumentó considerablemente (...). Al mismo tiempo, el gobierno comenzó a emitir "condecoraciones a heroínas" a las mujeres que tuvieran un gran número de hijos. El Código Familiar de 1944 retiró el reconocimiento de los matrimonios de facto, restauró el concepto de "ilegitimidad", abolió la coeducación en las escuelas y prohibió las demandas de paternidad.

A partir de 1922 Aleksandra Kollontai quedó marginada y perdió su influencia política. (...) En 1930 (...) el líder Iosef Stalin anunció que la cuestión de la mujer se había resuelto".

Soledad Bengoechea y María Cruz Santos: "Las mujeres en la Revolución rusa".


miércoles, 3 de mayo de 2017

Porno-grafos: los escritos de las putas.

"La palabra pornografía tiene su origen en el griego πορνοράφος, porno-grafos: los escritos de las prostitutas. Si la sociedad tratara el sexo con algo de dignidad y respeto, tanto las personas que crearan pornografía como las que ejercieran la prostitución tendrían un estatus social, que está claro que tuvieron en un momento dado. (...) La idea de reclamar el poder sexual de la mujer al crear pornografía era un concepto embriagador. El feminismo podría restaurar las perspectivas históricas de las sacerdotisas de los antiguos templos egipcios, de las prostitutas sagradas, las amazonas de Lesbos, las cortesanas reales de los palacios sumerios. El amor sexual era probablemente lo que la gente anhelaba, así que me di permiso a mí misma para romper las siguientes mil reglas de intimidación dirigida a controlar la conducta sexual de la mujer. (...) Para que las mujeres progresemos, tenemos que cuestionar toda autoridad, tener la disposición a desafiar cualquier regla cuyo objetivo sea controlar nuestra conducta sexual, y evitar que las cosas sigan como siempre, ya que eso mantiene el statu quo".

Betty Dodson: "Porn wars. Las guerras del porno", en VV.AA.: Porno feminista. Las políticas de producir placer.

miércoles, 12 de abril de 2017

Las guerras del porno.

"El concepto de porno feminista surge en los años ochenta en plena guerra feminista contra el porno en Estados Unidos. Las guerras del porno (también conocidas como porn wars, las guerras feministas por el sexo, o los debates feministas sobre la sexualidad) emergieron de un debate dentro del feminismo sobre el papel de la representación sexualizada dentro de la sociedad y acabaron con una división completa del movimiento que ha durado más de tres décadas. En el apogeo del movimiento feminista en Estados Unidos surgió una extendida lucha de activistas de base en contra de la proliferación de representaciones misóginas y violentas en los medios de comunicación de masas, que se vio superada por un esfuerzo centrado explícitamente en prohibir legalmente el medio más explícito de todos, y aparentemente el más sexista: la pornografía. Utilizando el lema de Robin Morgan "la pornografía es la teoría; la violación es la práctica", el feminismo antipornografía argumentaba que el porno era una mercantilización de la violación. Mientras que un grupo llamado Women Against Pornography (WAP) comenzó a organizarse seriamente para prohibir la obscenidad en todo el país, otras feministas como Lisa Duggan, Nan D. Hunter, Kate Ellis y Carol Vance denunciaron lo que consideraban una connivencia mal concebida del WAP con la derecha cristiana y la Administración Reagan, sexualmente conservadora, así como una deformación del activismo feminista hacia un movimiento a favor de la higiene moral y las buenas costumbres. Considerando que el feminismo antipornografía constituía un enorme paso atrás en la lucha feminista para empoderar a la mujer y a las minorías sexuales, una comunidad muy activa de trabajadores sexuales y activistas sexuales radicales se unió al feminismo anticesura y sex-positive, y en conjunto forjaron los cimientos del movimiento a favor del porno feminista.

(...) Pero el problema con la asunción de la antipornografía de que el sexo es inherentemente opresivo para las mujeres -de que las mujeres se degradan si realizan actos sexuales delante de una cámara- ignora y reprime la sexualidad de las mujeres".

VV.AA.: Porno feminista. Las políticas de producir placer.

lunes, 10 de abril de 2017

La Mujer Ideal trasladada del hogar al hospital.

"Si bien el trabajo de enfermera no era exactamente una ocupación atractiva para las mujeres trabajadoras, en cambio constituía un terreno abonado para las "reformadoras". Para reformar la asistencia hospitalaria era preciso reformar ante todo la actividad de las enfermeras y para dar a este trabajo un carácter aceptable para los médicos y las mujeres de "buen corazón" era indispensable crear una nueva imagen de las enfermeras. Florence Nightengale (inglesa de una familia de alta clase) logró introducir este cambio en los hospitales de campaña de la guerra de Crimea, donde llegó con un batallón de disciplinadas y sobrias damas de mediana edad y de familias de clase media-alta. 

(...) La nueva enfermera -la dama de la linterna- que asistía desinteresadamente a los heridos causó impacto en la imaginación popular. (...) Florence Nightengale y sus discípulas directas marcaron la nueva profesión con los prejuicios de su propia clase. La enseñanza consistía más en el carácter que en la habilidad profesional. El producto acabado (...) era simplemente la Mujer Ideal trasplantada del hogar al hospital y libre de obligaciones reproductoras. Esta mujer ofrecía al médico la obediencia absoluta, virtud de una buena esposa, y al paciente la altruista devoción de una madre, mientras ejercía sobre el personal subalterno del hospital la gentil pero firme disciplina de un ama de casa acostumbrada a dirigir la servidumbre. (...) La enfermera era la Mujer, con mayúscula. Las inventoras de este oficio veían en él una vocación natural de las mujeres, superada sólo por la maternidad. Cuando un grupo de enfermeras inglesas propuso la creación de un cuerpo profesional, con exámenes y título a semejanza de la profesión médica, Florence Nightengale replicó: Las enfermeras no pueden ser sometidas a examen ni se les pueden exigir títulos, como tampoco es posible exigírselos a las madres".

Barbara Ehrenreich y Deidre English: Brujas, parteras y enfermeras. Una historia de sanadoras femeninas.

jueves, 6 de abril de 2017

Que en Rusia se gestaba un nuevo concepto de amor y de relaciones entre sexos.

"La primera Constitución de la República Soviética, proclamada en julio de 1918, dio a la mujer el derecho al voto y a ser elegida para cargos públicos. Poco después se concedió el divorcio, el principio de igualdad de salario por el mismo trabajo, el derecho a amamantar durante el horario laboral, la prohibición del trabajo infantil y del trabajo nocturno de las mujeres. También se dio paso al matrimonio civil y los hijos nacidos fuera del matrimonio fueron reconocidos como legítimos.

(...) La revolución desató una oleada de optimismo y abrió una serie de expectativas. Entre los jóvenes había discusiones sobre cómo debían ser las relaciones sexuales, el cuidado de los niños y la naturaleza de la familia en la transición al socialismo. La energía creativa también se encargó de la cultura, donde las prioridades y las tareas cambiaron para reflejar una idea muy extendida en aquellos momentos: que la familia se extinguiría en poco tiempo. Esta energía en el ámbito de las ideas se concretó en la creación de cantinas públicas y hogares comunitarios, instituciones que se consideraban esenciales para poner fin a la familia nuclear.

(...) El tema del amor libre y las formas de una nueva búsqueda de relación sexual que resultase más satisfactoria para todos due uno de los temas de la época. Uno de los debates que atravesaba el feminismo en aquel momento era la reivindicación del derecho de amar libremente. Muchas mujeres admitían todo tipo de unión por amor, a excepción se existir peligro para la salud. En este sentido debería de rechazarse la subordinación de la mujer dentro de la pareja y la hipocresía de la doble moral, Todo parecía indicar que en Rusia se gestaba un nuevo concepto de amor y de las relaciones entre sexos".

Soledad Bengoechea y María Cruz Santos: "Las mujeres en la Revolución rusa".

lunes, 3 de abril de 2017

Que su magia era la ciencia de la época.

"Las mujeres sabias, o brujas, poseían multitud de remedios experimentados durante años y años de uso. Muchos de los preparados de hierbas curativas descubiertos por ellas continúan utilizándose en la farmacología moderna. Las brujas disponían de analgésicos, digestivos y tranquilizantes. Empleaban el cornezuelo (ergotina) contra los dolores del parto, en una época en que la Iglesia aun los consideraba un castigo de Dios por el pecado original de Eva. Los principales preparados que se emplean actualmente para acelerar las contracciones y prevenir hemorragias después del parto son derivados del cornezuelo. Las brujas y sanadoras empleaban la belladona -todavía utilizada como antiespasmódico en la actualidad- para inhibir las contracciones uterinas cuando existía riesgo de que se produjera un aborto espontáneo. Existen indicios de que la digitalina -un fármaco todavía muy importante en el tratamiento de las afecciones cardíacas- fue descubierta por una bruja inglesa. Sin duda, otros muchos remedios empelados por las brujas eran en cambio pura magia y debían su eficacia -cuando la tenían- a un efecto de sugestión.

Los métodos empleados utilizados por las brujas sanadoras representaban una amenaza tan grande (al menos para la Iglesia católica y en menor medida también para la protestante) como los resultados que aquellas obtenían, porque en efecto, las brujas eran personas empíricas: confiaban más en sus sentidos que en la fe o en la doctrina; creían en la experimentación, y en la relación entre causa y efecto. No tenían una actitud religiosa pasiva, sino activamente indagadora. Confiaban en su propia capacidad para encontrar formas de actuar sobre las enfermedades, los embarazos y los partos, ya fuera mediante medicamentos o con prácticas mágicas. En resumen, su "magia" era la ciencia de su época".

Barbara Ehrenreich y Deidre Englis: Brujas, parteras y enfermeras. Una historia de sanadoras femeninas.

jueves, 30 de marzo de 2017

Sobre el hábito de afeitarse las axilas.

"Con el tiempo, cuando las modas cambiaban en la sociedad, a menudo era en los mejores prostíbulos donde se introducía un estilo. Ya he dicho cómo las cortesanas fueron las primeras en ponerse bragas, unas cosas grandes y holgadas con aberturas por delante y por detrás para las cuestiones naturales de la mujer. Ellas también popularizaron las medias de rayas y los polvos para el cuerpo y la cara. El hábito de afeitarse las axilas también fue una innovación de prostíbulo. Nunca me gustó. A la mayoría de los hombres tampoco. Hay algo sensual en el vello picante de una axila. Pero la moda predominó sobre la tradición, se podría decir, y el afeitado se instauró".

Nell Kimbal: Memorias de una madame americana.

martes, 28 de marzo de 2017

El poder de decidir quién está loca y quién está cuerda.

"Dicen que nuestra subordinación está determinada biológicamente, que las mujeres estamos mejor dotadas por naturaleza para ser enfermeras o parteras que para médicos. A veces incluso nosotras mismas intentamos buscar consuelo en la teoría de que la anatomía nos había derrotado ya antes de que lo hicieran los hombres, que estamos tan condicionadas por los ciclos menstruales y la función reproductora que nunca hemos actuado como sujetos libres y creadores fuera de las paredes de nuestros hogares. Y además debemos enfrentarnos con otro mito alimentado por la historia convencional de la medicina, a saber: la noción de que los profesionales masculinos se impusieron gracias a su superioridad técnica.

(...) Pero la historia desmiente esta teoría. En tiempos pasados las mujeres fueron sanadoras autónomas y sus cuidados fueron muchas veces la única atención médica al alcance de los pobres y de las propias mujeres. (...) La opresión de las trabajadoras sanitarias y el predominio de los profesionales masculinos no son resultado de un proceso "natural", directamente ligado a la evolución de la ciencia médica, ni mucho menos producto de una incapacidad de las mujeres para llevar a cabo el trabajo de sanadoras. Al contrario, es la expresión de una toma de poder activa por parte de los profesionales varones. Y los hombres no triunfaron gracias a la ciencia: las batallas decisivas se libraron mucho antes de desarrollarse la moderna tecnología científica.

En esa lucha se dirimían cosas muy importantes. Concretamente, el monopolio político y económico de la medicina, esto es, el control de su organización institucional, de la teoría y la práctica, de los beneficios y el prestigio que su ejercicio reporta. Y todavía es más importante lo que se dirime hoy en día, ahora que quien controla la medicina tiene el poder potencial de decidir quién está loca y quién está cuerda".

Barbara Ehrenreich y Deidre Englis: Brujas, parteras y enfermeras. Una historia de sanadoras femeninas.

sábado, 25 de marzo de 2017

El Día de la Mujer o El primer día de la Revolución.

"El 18 de febrero de 1917, los 30 mil obreros de la fábrica metalúrgica Putilov, situada en Petrogrado, salieron a las calles reclamando un aumento salarial y rechazando los despidos. A su vez, los huelguistas se mezclaron con las colas de mujeres que trataban de conseguir alimentos para sus familias, alimentos escasos, por la crisis de subsistencia debido a la larga contienda. Al tiempo que en las calles se producían incidentes, las obreras textiles de la ciudad se declararon también en huelga. Al grito de ¡Queremos pan! arrastraron tras ellas a los obreros metalúrgicos. Aquel 23 de febrero (8 de marzo en el calendario occidental) comenzó con 90.000 obreros y obreras en paro. Nadie preveía que el Día de la Mujer se convertiría en el primer día de la revolución. A pesar de la represión, al día siguiente, la huelga incrementó su tamaño. La mitad de los obreros industriales de Petrogrado pararon. El reclamo central comenzó a tomar otro carácter y los trabajadores y trabajadoras se alzaron al gruto de ¡Abajo la autocracia! y ¡Abajo la guerra!. Así comenzó la Revolución rusa de febrero de 1917. La coincidencia con el día de la mujer, que se celebrara ya desde 1910, no es nada aleatorio. Era una acción que estaba preparada y organizada por las mismas mujeres, menos imprevisibles de lo que se dice. Lo que no se podía prever era su trascendencia".

Soledad Bengoechea y María Cruz Santos: "Las mujeres en la Revolución rusa".

lunes, 20 de marzo de 2017

Toda magia tiene su origen en la lujuria de la carne.

"La misoginia de la Iglesia (...) queda demostrada por la doctrina que afirmaba que, en el coito, el varón depositaba en el cuerpo de la mujer un homúnculo, es decir, un "pequeño hombre" completo, con el alma incluida, hombrecillo que simplemente pasaba nueve meses cobijado en el útero, sin recibir ningún atributo de la madre. Aunque el homúnculo no estaría realmente a salvo hasta pasar otra vez a manos de un hombre, el cura que debía bautizarlo, asegurando de este modo la salvación de su alma inmortal.

Otra deprimente fantasía de ciertos pensadores religiosos medievales era que en el momento de la resurrección todos los seres humanos renacerían ¡bajo forma de varones! La Iglesia asociaba la mujer al sexo y condenaba todo placer sexual, considerando que éste sólo podía proceder del demonio. Se suponía que las brujas habían experimentado por primera vez el placer sexual copulando con el demonio (a pesar del miembro frío como el hielo que se le atribuía) y que luego contagiaban a su vez el pecado a los hombres. Es decir, culpaba a la mujer de la lujuria, ya fuera masculina o femenina. (...) A los ojos de la Iglesia, todo el poder de las brujas procedía en última instancia de la sexualidad".

Barbara Ehrenreich y Deidre Englis: Brujas, parteras y enfermeras. Una historia de sanadoras femeninas.


"Toda magia tiene su origen en la lujuria de la carne, que es insaciable en la mujer. Para satisfacer su lujuria, copulan con demonios (...). Queda suficientemente claro que no es de extrañar que la herejía de la brujería contamine a mayor número de mujeres que de hombres. Y alabado sea el Altísimo por haber preservado hasta el momento al sexo masculino de tan espantoso delito".

Malleus Maleficarum, 1487.