Sobre mí

[Foto de Vera Benavente].
26 años. Los mismos que Orwell cuando aún se llamaba Blair y escribía, enfermo en casa de sus padres, Los días en Birmania. Cinco más que Mijail Tujachevski, uno de los principales comandantes del Ejército Rojo, durante la guerra civil rusa. La misma edad con la que se podía ver a Eleanor Marx trasteando por los pasillos para mujeres de la British Library. Pero esta vida, en fin, no es sino la mía.

Historiadora de formación en intentos de serlo de profesión. Con esa pasión por el olor a libro viejo tan característica de quienes se encuentran un poco a traspié en la época que les ha tocado a bien. Apretando palancas en un intento constante de llevar a la práctica eso de la Historia como motor para la transformación social. Materialista y descreída, huyo de la ortodoxia tántrica y de la relatividad suprema a partes iguales.

Fetichista del ludismo y de los motines del pan. Militante como forma de vida. Feminista, histérica y orgullosa. Trago poco a Freud. Con la contradicción perenne de declararme mujer y de tratar de deconstruir lo que eso significa. En la trinchera de la visibilización de las mujeres en la historia, la política y el espacio público. Reivindicando que nosotras también tenemos Historia. Repitiendo una y otra vez que nosotras también estuvimos allí. Que History es también Herstory.

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