"¡Ea! Un libro es un arma cargada en la casa de al lado. Quémalo. Quita
el proyectil del arma. Domina la mente del hombre. ¿Quién sabe cuál
podría ser el objetivo del hombre que leyese mucho? ¿Yo? No los
resistiría ni un minuto. Y así, cuando, por último, las casas fueron
totalmente inmunizadas contra el fuego, en el mundo entero (la otra
noche tenías razón en tus conjeturas) ya no hubo necesidad de bomberos
para el antiguo trabajo. Se les dio una nueva misión, como custodios de
nuestra tranquilidad de espíritu, de nuestro pequeño, comprensible y
justo temor de ser inferiores. Censores oficiales, jueces y ejecutores.
Eso eres tú, Montag. Y eso soy yo. (...)".
Ray Bradbury: Farenheit 451.