jueves, 28 de enero de 2016

La opresión no puede borrarse conceptualmente.

"Ninguna crítica conceptual del esencialismo característico del pensamiento categorial borrará la necesidad de reconocer que las categorías son reales. Las categorías y el pensamiento categorial son instrumentos de opresión. La opresión no puede borrarse conceptualmente. No es un error presuponer las categorías de opresión en una interseccionalidad comprensiva. En realidad, es necesario. Porque el fenómeno que estamos explicando consiste precisamente en la ignorancia de la multiplicidad a través de lo categorial en vista de que no puede acreditar a los que viven en la intersección de más de una categoría de opresión. Marx, en la teoría de la plusvalía, presupone una escisión entre la persona y su trabajo (de él o de ella). Esta escisión es fundamental para la lógica de la alienación. Pero lo es no porque crea que la escisión sea verdadera. Lo es más bien porque piensa que es un presupuesto fundamental del capitalismo y porque el poder capitalista convierte en real esa escisión. De forma parecida, presuponer que las categorías de opresión son separables es aceptar los presupuestos fundamentales tanto del racismo como de la opresión de género. Pero la aceptación se hace con el propósito de reconocer la separación".

María Lugones: "Multiculturalismo radical y feminismo de mujeres de color".

miércoles, 27 de enero de 2016

Que la individua proletaria nació como prostituta.

"Y aquí no queda la cosa: en el periodo de la acumulación originaria, mientras que nacía el trabajador asalariado libre, a consecuencia de las grandes operaciones de expropiación, otra operación, el mayor sexocidio que la historia recuerde, la "caza de brujas", contribuía en un sentido fundamental, junto a otra serie de medidas dirigidas expresamente contra las mujeres, a forjar a la trabajadora no asalariada y no libre para el proceso de producción y reproducción de la fuerza de trabajo. La mujer, privada de los oficios y de los medios de producción y subsistencia típicos de la economía anterior y en gran medida excluida del trabajo artesanal y del acceso a los nuevos puestos de trabajo que la manufactura ofrecía, tenía ante sí fundamentalmente dos posibilidades para la supervivencia: o el matrimonio o la prostitución. Teniendo claro que la prostitución, en aquella época, constituyó también un medio para complementar ingresos familiares demasiado escasos o sueldos demasiado bajos de las mujeres que, a pesar de todo, habían encontrado un trabajo externo. Resulta significativo que la prostitución, más allá de los distintos regímenes y significados conocidos en diferentes épocas y contextos sociales, se convirtiese entonces por primera vez en un oficio ejercido por las mujeres de manera masiva. Por lo cual se dirá que la individua proletaria nace durante el periodo de la manufactura principalmente como prostituta".

Mariarosa Dalla Costa: "Capitalismo y reproducción. Mujeres, entre naturaleza y capital".

martes, 26 de enero de 2016

Las semillas masculinas de la civilización.

"Despertada de su languidez sensual por el épico recién llegado, la mujer indígena extiende una mano acogedora insinuando sexo y sumisión... Vespucci, el divino visitante, se ve destinado a inseminarla con sus semillas masculinas de civilización, a fructificar la naturaleza salvaje y a apaciguar las desenfrenadas escenas de canibalismo que se desarrollan en el fondo (...). Los caníbales resultan ser hembras y están asando en una estaca una pierna humana".

"Durante siglos, los continentes indeterminados -África, las Américas, Asia- figuraban en el saber popular europeo como erotizados libidinosamente. Los relatos de viajeros abundaban en visiones de la monstruosa sexualidad de tierras lejanas donde, como decía la leyenda, los hombres ostentaban penes gigantescos y las mujeres copulaban con monos, los pechos de hombres afeminados daban leche y las mujeres militarizadas se cortaban los suyos.

Dentro de esta tradición porno-tropical, las mujeres figuraban como el paradigma de la aberración y de los excesos sexuales. El folklore las veía, más aún que a los hombres, como dadas a un deleite sexual lascivo tan promiscuo que bordeaba lo bestial".

Anne McClintock: Imperial Leather: Race, Gender and Sexuality in the Colonial Contest.

lunes, 25 de enero de 2016

Contra el peso del trabajo y la disciplina en general.

"En Detroit, 35 mujeres se atrincheran en una oficina de asistencia, pidiendo la destitución del supervisor y una reunión entre un comité y el nuevo supervisor para determinar los requisitos de las familias que tienen derecho a la asistencia; nuevamente en Detroit, 13 mujeres jóvenes ocupan otra oficina de asistencia en la que habían pagado una tasa de inscripción para tener trabajo, sin obtenerlo; en Nueva York, se suceden las ocupaciones de oficinas de asistencia por parte de mujeres y hombres por los motivos más variados (viviendas y bienes expropiados, incendios), pidiendo siempre dinero y bienes; el el Bronx, 24 mujeres realizan una ocupación para impedir el desahucio de algunos vecinos a manos de 25 policías. En particular, 1937 fue el año en el que no sólo los obreros varones, sino también las mujeres hicieron ocupaciones por todo el país. Y ocuparon las oficinas de asistencia, las fábricas, los despachos, los bares o cualquier puesto de trabajo. 

(...) Las mujeres ocuparon dos almacenes de Woolworth en Nueva York. Y lo mismo sucedió también en cinco grandes almacenes de F. & W. Grand. Sin sillas para sentarse, 150 dependientas y 25 chicos de almacén de G. C. Murphy, en Pittsburgh, hicieron una huelga de "brazos cruzados" por más salario y menos horas, aduciendo que: Debemos pagar por nuestros uniformes y lavarlos y debemos barrer el suelo. También en el sector servicios se producían ocupaciones y huelgas. En las lavanderías (35 mujeres ocuparon la Durable Laundry) y en las cocinas y lavanderías de los hospitales (por ejemplo, en el Hospital for Joint Diseases de Nueva York y en el Jewish Hospital de Brooklyn). En los bares, donde las camareras se sentaban en las mesas y fumaban: 450 empleados ocuparon las tres salas de té del Met, mientras las chicas reían y charlaban en las mesas que antes había servido hasta que se volvieron a casa aquella noche con un 25 por 100 de aumento de la paga. Las 150 mujeres que habían servido comidas en la cantina de la compañía improvisaron una danza de la serpiente golpeando cuchillos y tenedores contra los vasos de metal (...). Unas mujeres se atrincheraron en tres establecimientos de tabaco durante varias semanas (...).

1937 es el año en el que se descubre la forma de lucha de la ocupación y es utilizada por toda la sociedad: ocupan hasta quienes han tenido puestos en la WPA, ocupan los reclusos en las cárceles, ocupan los niños en las salas de cine. Es una forma de lucha empleada no sólo contra patrones concretos de fábrica (el sitdown "vence el aburrimiento, la degradación y el aislamiento de la fábrica"), sino, en última instancia, contra el peso del trabajo y la disciplina en general".

Mariarosa Dalla Costa: "Familia, políticas de bienestar y Estado entre Progresismo y New Deal".

miércoles, 20 de enero de 2016

Que participen de la riqueza social de manera tan autónoma como queremos estar nosotras mismas.

"Que quede claro que no es éste el comedor que se quiere, ni tampoco son éstos, en este mismo sentido, los jardines de infancia que se quieren. Queremos también comedores, y también jardines de infancia, y también lavadoras y lavaplatos, pero queremos asimismo comer entre cuatro personas cuando tengamos ganas y tener tiempo para estar con los niños y con los ancianos y con los enfermos cuando y donde queramos; y "tener tiempo" se sabe que quiere decir que también ellos deben trabajar menos. Y tener tiempo para estar con los niños, con los ancianos y con los enfermos no quiere decir poder correr a hacer una visita rápida a esos garajes de niños que son las guarderías o a los asilos de ancianos o a las residencias de minusválidos, sino que quiere decir que nosotras, que hemos sido las primeras excluidas, tomemos la iniciativa de esta lucha para que todas estas personas, igualmente excluidas, niños, ancianos, minusválidos, participen de la riqueza social para poder estar con nosotras y con los hombres, entre nosotros, de forma tan autónoma como queremos estar nosotras mismas; porque su exclusión del proceso social directamente productivo, de la vida social, al igual que la nuestra, es producto de la organización capitalista".

Mariarosa Dalla Costa: "Mujeres y subversión social", 1971.

martes, 19 de enero de 2016

Por ser ingobernables.

"Entre las causas de la delincuencia, en especial la juvenil, se identifica, junto a la broken family, el desinterés de los niños por la escuela -pero la desgana es también fruto directo de la falta de alimento y zapatos y de la cantidad de problemas a las espaldas, el trabajo externo, para quienes lo tienen, y la vida de calle-.

(...) Si leemos atentamente las estadísticas de los tribunales de menores, aparecen algunas diferencias interesantes en relación con el comportamiento masculino y femenino y la actitud correspondiente de la judicatura. Tomando una investigación ejemplar, realizada en 88 tribunales en 1930 resulta que, en el caso de los chicos, aparte de la genérica conducta alborotadora, los delitos más frecuentes pro los que se les persigue son: robo de objetos varios y robo con fuerza y receptación. El robo de coches, catalogado por separado, tiene una media alta. En el caso de las chicas, en cambio, los delitos que las llevan con mayor frecuencia ante los tribunales son el hecho, genérico, de ser ungovernable [ingobernables] y de haber cometido sex offenses [infracciones sexuales]. Siguen, por orden de importancia, escaparse de casa y, a continuación, faltar a la escuela. Son casi inexistentes el robo con violencia, el robo de coches y el atraco a mano armada. Roban, en cambio, alguna cosa, pero poco y a través de formas simples de robo sin agravantes.

Por otro lado, la criminología y la sociología, que investigan a la par en aquellos años los orígenes de la disgregación social, coinciden claramente en señalar que la familia rota puede producir el máximo de los males si en su seno hay una "madre inmoral".

Por las mismas "infracciones sexuales" por las que se arresta y encarcela a las mujeres menores y adultas, no se castiga a muchachos y hombres".

Mariarosa Dalla Costa: "Familia, políticas de bienestar y Estado entre Progresismo y New Deal".

lunes, 18 de enero de 2016

Si la policía quiere disparar, tendrá que disparar contra nosotras.

"Después de bailar en la calle ante el Fisher Body nº 2 (...), aquella nochevieja, cerca de 50 mujeres se reúnen y deciden formar el Women's Auxiliary [Grupo Auxiliar de Mujeres] para apoyar a los hombres dentro y fuera de las plantas. Estas mujeres se asignan la tarea de formar piquetes y organizar guarderías donde tener a los niños de las mujeres ocupadas en otras tareas de sostenimiento de la huelga, recogen comida y dinero y contactan a las "viudas" de la sitdown [huelga con ocupación de la fábrica], es decir, a las mujeres que viven con mayor sensación de debilidad las vicisitudes de la huelga, para explicarles los motivos de la misma y animarlas a a movilizarse. Genora Johnson, de veintitrés años de edad, esposa de un líder de aquella lucha, decide formar, junto al primero, un segundo órgano de "mujeres valientes" que, en caso de necesidad, combatiese con los hombres: enseguida se suman 50 voluntarias y, en poco tiempo, ascienden a 350. Se forma así la Women's Emergency Brigade [Brigada de Emergencia de Mujeres]. La Brigada se organiza conforme a criterios semimilitares, con comandante en jefe (Genora) y capitanas. Genora declara: Formaremos un cordón en torno a los hombres y, si la policía quiere disparar, tendrá que disparar contra nosotras".

Mariarosa Dalla Costa: "Familia, políticas de bienestar y Estado entre Progresismo y New Deal".

sábado, 16 de enero de 2016

En torno a la interseccionalidad.

"El lugar de la opresión puede comprenderse como un solapamiento de opresiones que se cruzan o se entrelazan y que se entretejen o se fusionan. Género y raza, por ejemplo, no se cruzan como categorías de opresión separadas y separables. Más bien, la opresión de género y la raza afectan a la gente sin ninguna posibilidad de separación. (...) Esto no sucede como si las categorías de género y de raza dicotomizadas no tuvieran un grado de realidad. De hecho, el orden social está organizado ideológicamente de forma categorial. Ésta es la razón, por ejemplo, de que las violencias causadas a mujeres no blancas no se pueden ver como una cuestión de derecho. Observar el solapamiento o la intersección de opresiones es en consecuencia un importante paso en la resistencia contra la lógica de la opresión, que no reconoce las violencias causadas en el lugar de la intersección.

(...) Decir que las opresiones se solapan es decir que ninguna opresión moldea o reduce a una persona que no esté tocada por o separada de otras opresiones que la moldean o la reducen. Las opresiones se solapan cuando los mecanismos sociales de opresión fragmentan al oprimido, tanto a los individuos como a las colectividades. La fragmentación social, en sus asentamientos individuales y colectivos, es el cumplimiento del solapamiento de opresiones. Este solapamiento es posible sólo si las opresiones se entienden como separables, discretas. El solapamiento o intersección de opresiones es un mecanismo de control, de reducción, de inmovilización, de desconexión. (...) El solapamiento es posible sólo si se disfraza la inseparabilidad de las opresiones. A dondequiera que miremos, encontramos el solapamiento de opresiones que nos incapacita para percibir y resistir a las opresiones como mezcladas y fundidas".

María Lugones: "Multiculturalismo radical y feminismos de mujeres de color".

viernes, 15 de enero de 2016

La violación como forma de representación social.

"La violación es una forma de representación social. Está extremadamente ritualizada. Varía entre los países; cambia con el paso del tiempo. No hay nada eterno ni aleatorio en ella".

"A excepción del feminismo (...), tanto las explicaciones biológicas como las ambientales para la agresividad masculina evitaban proponer una reorganización general de las normas, las instituciones y las estructuras políticas de la sociedad. Incluso los argumentos que hacían hincapié en el papel que tenían la pobreza endémica y las desigualdades en la creación de hombres sexualmente violentos seguían centrándose decididamente en los individuos a la hora de proponer maneras de impedir los delitos. Sólo la narración feminista ofrecía una interpretación del violador que lo situaba dentro de una realidad material sexuada, insistiendo en que los violadores no nacían, sino que se hacían".

Joanna Bourke: Los violadores. Historia del estupro desde 1860 hasta nuestros días.


miércoles, 13 de enero de 2016

Amas de casa y sistema capitalista.

"Las mujeres que son amas de casa no reciben un salario directamente del patrón capitalista, por consiguiente, no siempre ven su relación con el sistema económico. Ésta es un poco indirecta, a pesar de lo cual es una conexión estrecha. Cuando el patrón compra la fuerza de trabajo del obrero, compra también la fuerza de trabajo de su mujer. Cuanto más duro es el trabajo que el hombre está llamado a realizar, más se requiere de su mujer. Un obrero que se levanta pronto por la mañana para desayunar con la luz encendida y salir a la fábrica o a la mina durante todo el día no podría desempeñar sus deberes si no contase con el fiel servicio personal y el cuidado de la mujer que le mantiene la casa. Ella se levanta a primera hora para prepararle el desayuno, empaqueta su cesta del almuerzo y le da todo en mano preparado. Hay que ahorrarle tiempo a él, es preciso conservar sus energías. Ambos pertenecen al patrón. Ella debe consumirse para ahorrarle esfuerzos a él (...). Las mujeres que han obtenido un salario han sido las primeras entre los miembros del sexo femenino en despertarse con respecto a la realización de sus necesidades políticas y económicas, ya que su conexión con la estructura capitalista de la sociedad era directa y evidente. Las amas de casa se están despertando más lentamente, pero se están despertando. Empiezan a ver que el patrón capitalista de la mina y de la fábrica en realidad controla la fuerza de trabajo de la mujer en el hogar, adueñándose de su vida día a día, sin salario ni reconocimiento".

G. Bock, "Introducción", en E. Flexner, Un siglo de luchas. El movimiento por los derechos de las mujeres en Estados Unidos (edición alemana de 1978).

martes, 12 de enero de 2016

De los límites de la sororidad (III)

"Los estudios feministas no son una disciplina hegemónica, pero participan del universalismo del pensamiento que pasa por el filtro académico. Un filtro que maneja la violencia de la descalificación de todo aquello que no es fiel al racionalismo occidental. Luego, sirve para definir qué es propio de todas las mujeres, qué subyace a toda su configuración social, historia, sexualidad, así como cuáles son los fines de todas sus investgaciones y sus acciones sociales. En otras palabras, el feminismo académico sufre de la misma perspectiva universalista de sus saberes que caracteriza las ideas hegemónicas, que son intrínsicamente capitalistas, veneran la dependencia de los trabajadores de las relaciones monetarias y desprecian la naturaleza, las relaciones comunitarias, los cuerpos sexuados y la maternidad.

Las ideas hegemónicas representan un riesgo para la reflexión y las praxis que les son ajenas, porque son pensadas para erradicar las disidencias y responden a un aparato de dimensiones que rebasan a los individuos y a los movimientos. (...) Pensar que el mundo occidental, el capitalismo, el cristianismo (o la laicidad construida sobre sus parámetros), son más favorables que la vida comunitaria a la acción de las mujeres es una falacia, implica negar la autonomía de la movilización feminista y delata la condición colonial de un pensamiento".

Francesca Gargallo: "Las diversas teorías y prácticas feministas de mujeres indígenas"

lunes, 11 de enero de 2016

No se prevé ningún futuro.

"De hecho, si el trabajo tiene hoy más que nunca una función disciplinadora, de vehiculización de la relación con el Estado, una excesiva movilidad prepara, por el contrario, para prescindir de la idea de que se llegará en algún momento a tener una situación laboral definida, contribuyendo con ello al desapego hacia el trabajo como momento de algún modo central de la propia existencia y, por lo tanto, frustrando la misma función disciplinadora que se querría que éste desempeñase. El mantenimiento de las modalidades de prestación laboral dentro de un horizonte de miseria contrasta no sólo con las potencialidades negadas de un horizonte de riqueza, sino con los objetivos que este mantenimiento se fija.

Entre otras cosas, el sacrificio que se le pide hoy al joven y a la joven en términos de movilidad, precariedad y bajos salarios no tiene ninguna relación con un "premio" mañana. Al sentido que tenía el sacrificio juvenil para las generaciones anteriores (trabajar duro y en condiciones desfavorables en el presente para crearse algún tipo de seguridad en el futuro), le corresponde un sinsentido para las generaciones que son jóvenes hoy. No se prevé ningún "premio" futuro".

Mariarosa Dalla Costa, "Políticas laborales y nivel de renta. ¿Y las mujeres?"

domingo, 10 de enero de 2016

La fuerza inesperadamente emergente de la Segunda Guerra Mundial.

"Mientras hubo hombres sin trabajo, no se recurrió a las mujeres para la industria bélica. Al principio, se olvidó su existencia. En diciembre de 1939, había 270.000 mujeres desempleadas registradas oficialmente (...). En marzo de 1941, el gobierno decidió poner a trabajar a las mujeres (...), reclutamiento que se pareció en muchos aspectos al reclutamiento de los hombres para el servicio militar (...). Las únicas exentas eran las campesinas, que sustituían a los maridos movilizados, las enfermeras, las comadronas y las profesoras. En mayo de 1942, la movilización se extendió a las mujeres de dieciocho y diecinueve años.

En 1944, 7.650.000 mujeres se encontraron así encuadradas en la industria y en los servicios complementarios o en la defensa civil. Otras 900.000 trabajaban media jornada bajo el control de los mismos servicios. Un millón prestaba un trabajo no remunerado bajo los auspicios del Women's Voluntary Service. Luego hubo que sumar a las campesinas, las enfermeras, las profesoras, etc. (...) Se hizo necesario descentralizar al máximo la producción. Se organizaron a toda prisa almacenes y plantas industriales en las periferias residenciales, donde era posible reclutar a madres de familia (...). El trabajo a tiempo parcial se desarrolló rápidamente".

E. Sullerot, La mujer y el trabajo.

"Las mujeres, en cuanto fuerza de trabajo no sólo más golpeada sino más urgida a actuar durante la guerra para el sostenimiento y la defensa de sí mismas y de los demás, se identificaron luego cada vez menos con la comunidad de pertenencia (familia, región, etc.). Ante la arbitrariedad estatal, las mujeres descubrían no sólo que tal comunidad ya no les garantizaba nada, sino que, justamente por la relación de debilidad y dependencia que tenían dentro de ella, pagaban en una medida monstruosa el sostén de la propia comunidad. Sin duda, nada tiene de absurdo afirmar que las mujeres fueron la fuerza inesperadamente emergente de la Segunda Guerra Mundial".

Mariarosa Dalla Costa, "Reproducción y emigración".

sábado, 9 de enero de 2016

Por ser mujeres y por ser indígenas.

"La  invasión que empezó hace más de quinientos años en Abya Yala aún no ha terminado. Hoy todos nuestros territorios están siendo expropiados para la explotación del agua, del oxígeno y los bosques; la imposición de economías extractivas y la realización de megaproyectos que aunque producen riqueza a los Estados, no significan ningún beneficio para los pueblos, por el contrario, dejan a su paso muerte, miseria, dolor, robo de nuestros recursos, de nuestra sabiduría y pédida de soberanía. El saqueo del oro, el petróleo ha generado un desequilibrio en la vida de los pueblos, afeca a nuestra cotidianidad, la relación con la Madre Tierra, la espiritualidad y la armonía comunitaria.

El extractivismo, la militarización, el reclutamiento de jóvenes indígenas, los conflictos sociales y armados, las fronteras que nos imponen limitaciones para transitar libremente por los territorios, han impactado de manera particular en la vida de las mujeres. Desde cientos de años atrás hasta el presente somos víctimas de discriminación y falta de posibilidades para una vida digna, así como de las violencias más extremas: muertes, persecuciones, violaciones sexuales, violencia física y psicológica, por ser mujeres y por ser indígenas.

Ante esta realidad, tenemos el reto de posicionar nuestros conocimientos y saberes con dignidad, y desde el trabajo colectivo y la complementariedad entre hombres y mujeres. Si sólo tenemos una sola ala no podemos volar tan lejos, pero si tenemos dos alas, podemos volar más".

Declaración de la II Cumbre Continental de Mujeres Indígenas del Abya Yala, La María Piendamó, 12 de Noviembre de 2013.

viernes, 8 de enero de 2016

Como si el racismo se redujera únicamente a estas dos categorías.

"El tema de las mujeres "negras" y la crítica al feminismo "blanco" ha ganado importancia en los últimos años pero, ¿a qué nos referimos con "negra" y a quiénes consideramos personas "negras"? El término persona "negra" tiene significados diferentes cuando se utiliza en distintos contextos académicos y culturales. Por ejemplo, en Estados Unidos, "negra" hace referencia específicamente a la comunidad con ascendientes africanos que han tenido una experiencia concreta como esclavos (sea cual sea su país de origen). Sin embargo, en Gran Bretaña se usa más libremente como categoría basada en el color de la piel y en unos orígenes coloniales compartidos.

(...) Es un error caer en la trampa de la mitología racista/sexista que insiste en que nuestra experiencia de "negritud" como mujeres no caucásicas nos pone a todas en la misma categoría como víctimas del racismo, o que la desigualdad social y la injusticia es al final reducible a la "raza" o a las diferencias de color, sin prestar atención del mismo modo a las experiencias y a las historias particulares de racismo. (...) Acepto que, en ciertas circunstancias, se han utilizado mucho y con éxito las plíticas de la identidad como una estrategia política. Por ejemplo, en la lucha contra el apartheid en Sudáfrica, la categoría "negra" posicionaba a las personas que no eran blancas en una situación clave desde la que poder expresarse. Pero el uso del término "negra" para hacer referencia a algo que no sea una campaña específica cae en la trampa de la oposición binaria que separa de manera artificial a personas "negras" y "blancas" (como si el racismo se redujera únicamente a estas dos categorías)".

Magdalene Ang-Lygate: "Trazar los espacios de la deslocalización. De la teorización de la diáspora".

jueves, 7 de enero de 2016

Contra el desarrollo que nos ofrecen.

"Hemos trabajado bastante. Hemos recogido millones de toneladas de algodón, lavado millones de platos, raspado millones de suelos, mecanografiado millones de palabras, puesto los hilos de millones de radios, lavado millones de pañales a mano y a máquina. Cada vez que nos han "abierto puertas" para entrar en alguna fortaleza masculina, nos han abierto una nueva cota de explotación. (...) El plan capitalista ofrece al Tercer Mundo "desarrollarse": lo cual quiere decir, además del purgatorio  presente, sufrir también el purgatorio de la contrarrevolución industrial. A las mujeres de la metrópoli se les ha ofrecido la misma "ayuda". Pero aquellas entre nosotras que han salido de casa para trabajar, por necesidad de supervivencia o para los denominados gastos personales o por independencia económica, han puesto en guardia a las demás: la inflación nos ha dejado atadas al condenado consorcio de las mecanógrafas o a la cadena de montaje y en todo esto no hay salvación. Debemos rechazar el desarrollo que nos ofrecen. Con todo, la lucha de la mujer que trabaja fuera no va dirigida a volver al aislamiento del hogar, por más que algunas veces los lunes por la mañana el hogar pueda parecer atractivo. Del mismo modo, la lucha del ama de casa no va dirigida a cambiar la prisión doméstica por la atadura a la mesita de la máquina de escribir o a la cadena de montaje (...).

(...) El reto del Movimiento Feminista consiste en encontrar modos de lucha que, liberando a la mujer del hogar, por un lado, le eviten una doble esclavitud y, por otro, quiten espacio a una nueva posibilidad de control y de sometimiento capitalistas. En el fondo, ésta es la discriminante entre reformismo y política revolucionaria en el Movimiento Feminista".

Mariarosa Dalla Costa: "Mujer y subversión social", 1971.

martes, 5 de enero de 2016

De la insubordinación de las mujeres al sistema de fábrica.

"Los fenómenos endémicos de lucha de masas que las mujeres han desplegado tras la Segunda Guerra Mundial van directamente contra la organización de la fábrica y del hogar. La "poca fiabilidad" de las mujeres de la que tanto se han quejado los patronos tanto fuera como dentro del hogar ha crecido a gran velocidad a partir de la Segunda Guerra Mundial. Y va directamente contra la fábrica como unidad disciplinante en el tiempo y en el espacio y contra la fábrica social como reproducción de la fuerza de trabajo. Tal tendencia a un mayor absentismo, a un menos respeto de los horarios, a una mayor movilidad, es común a jóvenes y mujeres de clase obrera. Mientras que en los momentos cruciales de la vida de la pareja, el hombre es el único que percibe un salario, en general, las mujeres, al no estar constreñidas con la misma dureza por la relación laboral y al tener que dar prioridad al trabajo doméstico, muestran también inevitablemente una mayor insubordinación a la disciplina del trabajo, obstaculizando el flujo productivo y ocasionando por ello costes más altos. Ésta es la excusa para salarios discriminatorios que compensan con creces las pérdidas del capital. Pero justamente esta tendencia (que ha llevado a grupos de mujeres a dejar a sus hijos al cuidado de sus maridos en las fábricas y en las oficinas) es y será cada vez en mayor medida una de las fuerzas determinantes de la crisis del sistema de fábrica y de fábrica social".

Mariarosa Dalla Costa: "Mujeres y subversión social", 1972.

lunes, 4 de enero de 2016

Esas mujeres eran una incógnita.

"¿Acaso las feministas emancipadas de la década de 1970 no aborrecíamos más que cualquier otra cosa la jaula doméstica donde nuestras madres, tías y abuelas habían atendido, día tras día, a los hombres, niños y ancianos de la familia?, ¿acaso no estábamos obsesionadas con escapar a semejante destino y nos acogíamos a nuestro papel de mujeres liberadas con el oculto temor de que ni aún así lográramos escapar a un destino perverso?, ¿cuántas de nosotras no nos vanagloriábamos de nuestra libertad cuando nos comparábamos con amigas del colegio que ya estaban agobiadas, con poco más de veinte años, por papillas, pañales y cocinas?

Ni siquiera la militancia política nos ahorraba esa inquietud. Especialmente cuando los compañeros masculinos empezaban a quejarse de la poca consideración y apoyo de sus respectivas compañeras. Recuerdo que en algunas ocasiones, cuando lográbamos llegar en unas abarrotadas camionetas verdes a lo que por aquel entonces era el remoto barrio de Zarzaquemada en el extrarradio madrileño, donde debíamos reunirnos con los compañeros de las fábricas del metal, entreveíamos rápidamente a sus mujeres, que eran casi de nuestra misma edad. Recuerdo especialmente a un compañero, en cuya casa solíamos reunirnos (...). Su mujer entraba alguna que otra vez y nos traía cervezas a las que acompañaban unas bolsas inmensas de pipas y pistachos. Ella sacaba a los niños para que no molestaran, les daba la cena y los acostaba, y luego comía silencionsamente en la cocina mientras nosotros seguíamos discutiendo sobre el próximo convenio, las asambleas, las luchas y las movilizaciones. No participaba nunca en las discusiones y su marido decía que ella no entiende de esas cosas: no era como nosotras, jóvenes comunistas emancipadas, con nuestros tejanos ajustados y nuestro pelo corto. Ella se teñía de rubio y se quejaba de que el salario era demasiado escaso y de que no llegaba a fin de mes, pero, según él, gastaba demasiado porque no sabía lo que era ganar un salario trabajando en la fábrica.

Para una parte del movimiento feminista esas mujeres eran una incógnita".

Monserrat Galcerán Huguet: "Prólogo" en Mariarosa Dalla Costa: Dinero, perlas y flores en la reproducción feminista.