miércoles, 23 de marzo de 2016

Cadenas globales de cuidados.

"La cadena mundial de cuidados constituye un sistema socioeconómico global, usualmente de signo femenino, en el sector precario de los cuidados. En este traspaso migratorio, las empleadas de hogar de Bangla Desh o Sri Lanka se cuidan de las familias en Oriente Medio, las filipinas se encargan del trabajo de cuidado de las familias españolas y las de México se ocupan de las familias en los Estados Unidos en un circuito global de servicios de cuidado. Ya en 1992, 100.000 mujeres de Indonesia trabajaban como empleadas del hogar en  Arabia Saudí, mientras aproximadamente 12.000 filipinas desempeñaban trabajos similares en Italia. Esta situación de dimensiones globales ha significado que sobre las espaldas de las trabajadoras domésticas cae la carga de ocuparse de los hogares y de los familiares de sus empleadoras, a menudo en un papel de maternalismo sustitutorio con la atención a la familia de otra madre trabajadora. Debe dejar a cargo de otras madres suplentes (abuelas, tías, vecinas) el cuidado de su propia familia, pero a la vez, corriendo a su cargo el ejercicio de la maternidad afectiva y monetaria a distancia. Además, la estabilidad económica de muchos países ha dependido hace tiempo de las remesas de las mujeres migradas empleadas de forma mayoritaria en el trabajo de cuidado.

(...) Llama la atención que en las diferentes sociedades se asiste a una continuidad de valores patriarcales que atribuyen una gran dosis de victimismo y de culpabilización a las madres involucradas en la cadena mundial de cuidados. Tanto a las madres suplentes inmigrantes como a las profesionales autóctonas, se les acusa de deprivación afectiva con respecto a sus hijos/hijas. (...) Por otra parte, la mirada victimista ha ocultado la capacidad de agencia de las madres trabajadoras migrantes y autóctonas  -en las épocas históricas y en la actualidad- y de los procesos de empoderamiento o de opresión femenina que resulten de la construcción social de la maternidad".

Mary Nash: Mujeres en el mundo. Historia, retos y movimientos.

martes, 22 de marzo de 2016

Contra la barbarie.

"La cultura de la guerra ha marcado la historia de la Europa contemporánea, dejando en segundo plano los valores de la paz. De hecho, el pacifismo era una respuesta social a la constante presencia del militarismo y de la guerra. Desde finales del siglo XIX el pacifismo formó una plataforma capaz de visibilizar algunos sectores del internacionalismo obrero y aglutinar núcleos políticos y sociales muy diversos: socialistas, disidentes religiosas, anarquistas, sindicalistas e intelectuales. Así, el pacifismo feminista conocido como la "cruzada de paz" de las mujeres fue una corriente muy significativa de este movimiento social".

Mary Nash: Mujeres en el mundo. Historia, retos y movimientos.

"El militarismo ha sido la maldición de las mujeres, como mujeres, desde el primer amanecer de la vida social. (...) La guerra ha creado la esclavitud con resultados degradantes para las mujeres, y una doble realidad de moralidad, de la cual aún no estamos del todo libres: la guerra y la consiguiente esclavitud de las mujeres (...). La guerra ha generado y perpetuado el predominio del varón como animal militar que, desde el Parlamento, ha penetrado en todas las instituciones sociales".

Charles Kay Ogden y Mary Sargant Florence: Militarism versus Feminism, 1915.

"Ya no podemos soportar que en el civilizado siglo XX los gobiernos puedan tolerar la fuerza bruta como única solución en las disputas internacionales. Nosotras, las mujeres, juzgamos la guerra de forma diferente a los hombres. Éstos consideran, en primer lugar, los resultados económicos, el coste monetario, las pérdidas y ganancias en el comercio nacional o la industria, la expansión del poder (...). Nosotras, las mujeres, consideramos ante todo el daño a la raza que provoca la guerra, la aflicción, el dolor y la miseria que engendra".

Aletta Jacobs: "Conferencia inaugural del Congreso Internacional de Mujeres por la Paz", 28 de abril de 1915.

lunes, 21 de marzo de 2016

De los límites de la sororidad (V).

"En Gran Bretaña, entre 1880 y 1920 se produjo una creciente convergencia entre feminismo e imperialismo. las hijas y madres del Imperio abanderaron un feminismo imperial que exportaron a las colonias. Desarrollaron un feminismo maternal que convertía a las anglosajonas en las portadoras de los valores del Imperio y de su expansión. Al apropiarse de la noción de "madres del Imperio" y de pureza racial, muchas feministas inglesas afirmaron el principio de la superioridad blanca y su rol decisivo en promulgar los intereses imperiales y los ideales de la misión civilizadora británica. Se identificaron con el proyecto de expansión imperial, argumentaron que sólo con el acceso a los derechos políticos y al voto, las mujeres anglosajonas podrían llevar a buen término esta alta misión civilizadora en las colonias. Apuntaban que el avance de la raza sólo podía efectuarse cuando se hubiera liberado a las madres de la raza. Muchas sufragistas sostenían que su acceso a la ciudadanía representaría un instrumento decisivo en la consolidación del Imperio. De este modo el avance imperial dependía del acceso de las mujeres británicas al sufragio".

Mary Nash: Mujeres en el mundo. Historia, retos y movimientos.

"Las mujeres de la India deberían contestar a todas las que vienen, bajo el pretexto de la amistad, para interpretar a la India al mundo y explotar su debilidad y exponer sus secretos de casa, con las palabras: si bien estamos oprimidas, tratadas como mercancías o enseres y forzadas a ponernos encima de las piras de nuestros maridos, nuestra redención está en nuestras manos. Romperemos las paredes que nos encarcelan y desgarraremos los velos que nos suprimen. (...) No pedimos a amigas o enemigas bajo el disfraz de amiga, venir meramente para explotarnos mientras pretenden interpretar, ayudar y consolar nuestra feminidad".

Sarojini Naidu, 1928.

domingo, 20 de marzo de 2016

Nuestra mejor carrera es el matrimonio.

"No existe una razón o necesidad inherentes para que todas las mujeres elijan dedicar sus vidas a una función animal y sus consecuencias. Numerosas mujeres son esposas y madres sólo porque no les queda otra trayectoria abierta, ninguna otra ocupación para sus sentimientos o actividades".

John Stuart Mill y Harriet Taylor Mill: Ensayos sobre la igualdad sexual, 1832.

"Nosotras somos esclavas de los hombres de los cuales somos las madres, hijas y esposas, pero de quienes ya no queremos ser más sus sirvientes humildes, ya que sentimos claramente que hemos nacido libres como los hombres".

Claire Démar: Textes sur l'affranchisement des femmes, 1832-1833.

"La sociedad patriarcal se apropia de nuestro cuerpo y lo utiliza como máquina reproductora (...). Ponemos la mesa mientras nuestros hermanos juegan, estudiamos secretariado o enfermera o nada, mientras ellos estudian Ciencias Empresariales o Medicina o entran de aprendices en un taller. Nuestra mejor carrera es el matrimonio y para esto no hace falta estudiar".

Dones en Lluita, mayo de 1978.


viernes, 18 de marzo de 2016

Cabezas de medusa.

"Las mujeres fueron excluidas de los derechos de libertad y de representación política formulados por la Revolución francesa (...). La dura represión jacobina contra las mujeres que prohibió los clubes y sociedades femeninas el 30 de octubre de 1793 fue una respuesta implacable al activismo ciudadano femenino desde los inicios de la Revolución. En el debate en la Convención, el diputado Amar denunció que la actividad política de las mujeres en las tribunas y las asambleas políticas tenía como consecuencia la desvirtuación de sus ocupaciones naturales de cuidado de sus familias y de la casa. Se generalizó entonces una descalificación sistemática de las activistas republicanas que fueron descritas como "tigresas", "caníbales" o "cabezas de medusa", una estrategia para obligar a las mujeres a situarse fuera de la dinámica política pública. Olimpia de Gouges fue gillotinada en noviembre de 1793 (...).

La Revolución francesa y la posterior política napoleónica endurecieron las normas contra las mujeres al definir el espacio doméstico de la casa como único ambiente de actuación femenina. Negó a las mujeres la posibilidad de convertirse en "hombres de Estado" y quedaron excluidas de nuevo del mundo público y humilladas por sus transgresiones políticas. El Código Civil de Napoleón (1804) vedó a las mujeres los derechos civiles reconocidos para los hombres durante el periodo revolucionario y definió a las mujeres como menores de edad, siempre tuteladas por el marido o el padre. La precoz defensa de los derechos políticos de las mujeres en la Declaración no impidió que, a lo largo del siglo siguiente, las mujeres quedasen excluidas del ejercicio de la ciudadanía en Europa y en Estados Unidos. (...) Las revoluciones liberales del siglo XIX con sus proyectos de reforma liberal y, más tarde, democrática, consagraron el sistema político de monopolio masculino".

Mary Nash: Mujeres en el mundo. Historia, retos y movimientos.

jueves, 17 de marzo de 2016

Sobre el ángel del hogar.

"Saber confeccionar su propia ropa; lavar y planchar lino fino o muselinas, incluyendo camisas y collares; saber hacer jabón y el tiempo requerido para lavar y alisar (...) todo lo que necesita lavarse en la familia; saber (...) hacer tartas sencillas y púdines; cocinar verdura y carne; hacer pan (...); saber (...) los remedios más sencillos para accidentes o enfermedades comunes; (...) a estas esenciales se debe añadir música y cantar, (...) un buen conocimiento de historia moderna europea y americana, y de geografía, no meramente un conocimiento de datos sino de las diferentes situaciones, climas, producciones naturales y religiones (...). La aritmética debe entenderse bien, y [debe tener] el hábito de rápidos cálculos mentales, (...) para los gastos diarios y semanales y necesidades de una familia o individuo. Una atención muy cuidadosa del habla y escritura del inglés, es también esencial".

The English Women's Journal, 1 de marzo de 1861.

"Una madre de familia, por mucho que le haya favorecido la fortuna con sus dones, debe saber coser, zurcir, lavar, planchar, entender todos los pormenores que exige el aseo de la casa y de los muebles, entrar en las menudencias de los más groseros y triviales servicios que corresponden a cada una de las personas sometidas a su vigilancia. La que no toma a su cargo estos deberes y que carece de los conocimientos necesarios para evitar el desperdicio, el fraude y el desorden es una carga pesada para su marido y un objeto de ludibrio para los inferiores".

Carmen Ramos Escadón: "Señoritas Porfirianas: Mujer e ideología en el México progresista, 1880-1910".

miércoles, 16 de marzo de 2016

Nombrar a las mujeres.

"Los nuevos movimientos sociales se formaron a partir de la voluntad y la capacidad de nombrarse. La consigna "Black is beautiful" (Lo negro es hermoso) fue una estrategia poderosa en la cohesión del movimiento de derechos de los negros estadounidenses en la década de 1960. De igual modo, nombrar a las mujeres fue un impulso clave en la consolidación del MLM [Movimiento de Liberación de las Mujeres]. El nombramiento de las personas y de los colectivos sociales es decisivo en la construcción de las creencias culturales compartidas. Nombrar colectivos humanos marca de forma singular los códigos culturales y las prácticas sociales respecto a ellos. Además (...), la propia capacidad de expresión y de autoidentificación de las minorías y de los colectivos marginados es decisiva en el proceso de reconocimiento de los mismos. Nombrarse y expresar la voz propia fue decisivo en el reconocimiento social de las mujeres, algo postergado durante siglos. A partir de 1960 la voluntad y la capacidad de las feministas del MLM de nombrarse y dar la palabra a las mujeres fueron hechos determinantes en su gradual reconocimiento".

Mary Nash: Mujeres en el mundo. Historia, retos y movimientos.

viernes, 11 de marzo de 2016

Ninguna huelga ha sido una Huelga General.

"Pero dejemos algo claro. Ninguna huelga ha sido hasta ahora una huelga general. Cuando la mitad de la población trabajadora está en casa, en la cocina, mientras los demás están en huelga, no se trata de una huelga general.

Nunca hemos visto una huelga general. Sólo hemos visto salir a la calle a hombres, por lo general hombres de las grandes fábricas; mientras sus mujeres, hijas, hermanas y madres seguían guisando en la cocina.
(...) Cuando alcancemos cotas de poder que nos permitan reducir nuestra jornada laboral de 13 o más horas a 8 horas o incluso menos, cuando podamos a la vez poner a la orden del día nuestras vacaciones -porque no es ningún secreto para nadie que los domingos y los periodos de descanso las mujeres no tienen vacaciones-, entonces, tal vez podamos hablar por primera vez de una huelga "general" de la clase obrera".

Mariarosa Dalla Costa, "Una huelga general", 1974.

miércoles, 9 de marzo de 2016

De la reelaboración identitaria de los varones.

"Durante el siglo XX las mujeres ejercieron un rol absolutamente indispensable en el mercado de trabajo y, al mismo tiempo, se encargaron de las tareas domésticas que permitieron la reproducción y el avance de la sociedad. A lo largo de la centuria cambiaron la identidad restringida al arquetipo doméstico de madre/ama de casa (...) para incluir progresivamente un perfil laboral de trabajadoras y profesionales. Aun así, no se ha experimentado una transformación paralela en el caso de la reelaboración identitaria de los varones. A principios del siglo XX, el hombre evocado como trabajador, ganapán y sostén de la economía familiar no se dedicaba en absoluto a las tareas domésticas. Un siglo más tarde, cuando este perfil de trabajador exclusivo y la jerarquía laboral masculina se habían transformado, los hombres tampoco dedicaban mucho tiempo a los trabajos de cuidado. A modo de ejemplo, en la región metropolitana de Barcelona su dedicación al trabajo doméstico de cuidado y atención pasó de 0 horas semanales en el año 1900 a menos de una hora diaria un siglo después. A comienzos del siglo XXI, la dedicación masculina sólo se había incrementado en poco más de una hora, un 5,33%. A pesar de la reducción de la dedicación semanal femenina al trabajo doméstico -hasta 22h 35m semanales en el año 2000- las mujeres de Barcelona todavía se ocupaban del 76,73% de estas tareas".

Mary Nash: Mujeres en el mundo. Historia, retos y movimientos.

martes, 8 de marzo de 2016

Todas las mujeres, todos los días (II).

"(...) Las normas de conducta de género influyeron de forma significativa en la consideración negativa del trabajo extradoméstico femenino, lo cual, en la medida en que se reconocía su realidad, se consideraba como una desvirtuación de su sublime misión de madre. Desde esta persectiva, se consideraba inadmisible el trabajo asalariado femenino, así como su presencia en el mercado laboral, a que impedía el correcto desarrollo de sus labores domésticas. Era una transgresión del código de género que rechazaba la presencia femenina en el ámbito público. Al priorizar el trabajo doméstico en la casa como exclusiva función de la mujer, el discurso de la domesticidad legitimó el rechazo al trabajo asalariado femenino. Además, reforzó una visión del trabajo remunerado femenino como ayuda puntual y complementaria frente al canon del trabajo masculino. Esta visión, a su vez, justificó la discriminación económica y la segregación ocupacional de las trabajadoras.

Cabe destacar que el movimiento obrero solía suscribir el discurso de la domesticidad en su definición burguesa. La realidad generalizada del trabajo asalariado femenino y la decisiva importancia de su aportación económica a la economía familiar obrera, paradójicamente no llevaron al reconocimiento de la mujer como trabajadora en el seno del obrerismo hasta fechas muy tardías. Se entendía que las mujeres debían dedicarse de forma exclusiva a las tareas domésticas como único encargo social. De este modo, les fue negada una identidad de trabajadoras, incluso a las mujeres de procedencia obrera".

Mary Nash: Mujeres en el mundo. Historia, retos y movimientos.

lunes, 7 de marzo de 2016

En torno al velo islámico.

"Más allá de estereotipos ahistóricos simplificadores que evocan el uso del velo exclusivamente como símbolo de retraso y sujeción, (...) en la lucha anticolonial en Argelia en la década de 1950, el uso del hiyab se convirtió precisamente en símbolo de la resistencia anticolonial argelina contra el dominio francés. Entonces frente a la voluntad del ocupante francés en "desvelar Argelia", es decir de eliminar la costumbre de usar velo, llevar el hiyab adquirió otro significado simbólico, el de "velar" Argelia en femenino, con lo cual el empleo de la vestimenta femenina se convirtió en una extraordinaria demostración de cohesión identitaria y de resistencia anticolonial. Más de 10.000 mujeres participaron en la revolución argelina, asumiendo un activismo incluso violento, camuflado precisamente por estar encubiertas con el velo".

Mary Nash: Mujeres en el mundo. Historias, retos y movimientos.

"También existe evidencia acerca de que el velamiento voluntario no es necesariamente una expresión de afiliación con o de apoyo a un movimiento islámico político, sino más bien de forma paradójica representa el rechazo de la autoridad parental o patriarcal entre mujeres rebeldes. Éste puede ser de modo especial el caso de jóvenes de familias no tradicionales -por ejemplo, palestinas, argelinas o tunecinas- que al ponerse el hiyab aspiran a una autonomía personal y a una apariencia más seria, sobre todo en colegios mixtos".

Valentine Moghadam: Modernizing women. Gender and social change in the Middle East.

jueves, 3 de marzo de 2016

De la lucha de las mujeres contra el dolor sistemático.

"La no violencia y el feminismo guardaban enfoques ideológicos afines porque ambos pretendían dar respuesta a las formas de dominación tradicional. Si el ejercicio del poder a lo largo de la historia había hecho uso de la violencia, la revolución particular de las mujeres ante el dolor sistemático inferido por el sistema se inscribía ahora en la lucha general de la sociedad por la erradicación de la violencia y de cuantos instrumentos pudieran contribuir a ella, véanse por ejemplo las armas".

Monserrat Huguet y Laura Branciforte: "Herstorys. Activismo de mujeres y proliferación nuclear en los años ochenta".

"Aquella mañana, por ejemplo, habían bloqueado los camiones que tenían que llevar el material para empezar las obras en la base, y los habían bloqueado simplemente tumbándose entre rueda y rueda (...); de esta forma los Cruise habían tenido que esperar -por lo menos- otro día (...). Al otro lado el bloqueo con el hilo de lana: decenas de mujeres que improvisadamente llegan al cancel de la base con enormes ovillos y empiezan a hacer el correo alrededor de los policías estupefactos, desenredaban el hilo hasta que el cancel, los policías y los pacifistas estuviesen todos inextricablemente envueltos en una grácil, coloreadísima y tenaz telaraña; también aquel día, en la base no se trabajó... fuera ordenadores, excavadoras, blindados, Civilización Occidental que defender, contratas por conquistar, estrategias, alianzas, cálculos complicadísimos e irrefutables -todos mantenidos bajo control un día detrás de otro, por este puñado de mujeres".

Riccardo Orioles: "Quelli di Comiso", 1983.

miércoles, 2 de marzo de 2016

La mujer devorada por la madre (III).

"Otra manifestación del mismo discurso naturalizador de la diferencia sexual en términos sociales y culturales, fue la insistencia en el amor maternal como único polo vertebrador de la feminidad. Entre los atributos femeninos, el instinto maternal se consideraba como uno de sus rasgos más definitorios. Se aludía al mismo como principio explicativo de las características de la feminidad: la ternura, la abnegación y la dedicación a los demás. Las mujeres quedaban definidas en los términos naturales de las emociones maternales. Frente al raciocinio, el interés propio y el individualismo, evocados como epicentro de la masculinidad, el instinto maternal coronaba los atributos femeninos".

Mary Nash: Mujeres en el mundo. Historia, retos y movimientos.

"Amor para la infancia desamparada, atención a sus necesidades, sus sufrimientos y su felicidad ininteligible, parce formar la misma fuente del corazón de la mujer, fecundado, ablandado y enriqueciendo todas sus pasiones y apetitos más groseros. Es verdaderamente un instinto en la aceptación más estricta de la palabra. Una mujer, si se le desplaza de toda relación, de todo conocimiento sobre su sexo y sus atributos, desde la misma hora de su nacimiento, si deviniera madre en el desierto, prodigaría tanta ternura sobre su bebé, lo apreciará tan amorosamente (...) que sacrificaría su confort personal, con tanto ardor, con tanta devoción, como la más refinada, exigente madre intelectual, emplazada en el centro mismo de la civilización".

Peter Gaskell, 1833.

martes, 1 de marzo de 2016

El hombre blanco occidental como sujeto histórico universal.

"Interesa destacar que existen semejanzas reveladoras en el desarrollo del discurso de la "otredad" de "raza" y de la "otredad" de género que responden a lógicas parecidas en el siglo XIX, momento significativo de expansión colonial europea. Estos discursos "del otro", que esbozan una "otredad" en términos de "raza" o de género, se basaban en la presentación cultural de la diferencia humana a partir del establecimiento de una diferencia absoluta de base biológica, convertida en algo natural y social. La naturalización de la diferencia humana y el esencialismo biológico implícitos en esta representación cultural eran factores decisivos en la construcción de un imaginario colectivo negativo respecto a las mujeres y las personas no blancas. La biologización del pensamiento racial (...) convirtió el discurso de "raza" en mito significativo de valores culturales de superioridad blanca occidental en el momento de la expansión colonial europea. De la misma manera, el esencialismo biológico funcionó, en el discurso de género, para afianzar un mensaje de inferioridad femenina. Estableció en la diferencia natural entre hombres y mujeres, el punto de partida de un destino biológico y social ineludible para la mujer: la maternidad. Ambas representaciones culturales, apoyadas en un pensamiento de signo biosocial, presentaron la diferencia racial o de género en términos de una diferencia natural irreductible que justificaba una jerarquización social de inferior a superior. (...) Frente a la norma que definía al hombre blanco occidental como único sujeto histórico universal, estos colectivos quedaron excluidos de la categoría de sujetos políticos. Se justificaban, de este modo, prácticas discriminatorias hacia las personas no blancas y hacia las mujeres, que pasaron a ser identificadas como "el otro/a". De este modo, este discurso de "otredad" relegaba a las mujeres y a las personas no blancas a la categoría de subalternas excluidas como sujetos históricos".

Mary Nash: Mujeres en el mundo. Historia, retos y movimientos.