miércoles, 2 de marzo de 2016

La mujer devorada por la madre (III).

"Otra manifestación del mismo discurso naturalizador de la diferencia sexual en términos sociales y culturales, fue la insistencia en el amor maternal como único polo vertebrador de la feminidad. Entre los atributos femeninos, el instinto maternal se consideraba como uno de sus rasgos más definitorios. Se aludía al mismo como principio explicativo de las características de la feminidad: la ternura, la abnegación y la dedicación a los demás. Las mujeres quedaban definidas en los términos naturales de las emociones maternales. Frente al raciocinio, el interés propio y el individualismo, evocados como epicentro de la masculinidad, el instinto maternal coronaba los atributos femeninos".

Mary Nash: Mujeres en el mundo. Historia, retos y movimientos.

"Amor para la infancia desamparada, atención a sus necesidades, sus sufrimientos y su felicidad ininteligible, parce formar la misma fuente del corazón de la mujer, fecundado, ablandado y enriqueciendo todas sus pasiones y apetitos más groseros. Es verdaderamente un instinto en la aceptación más estricta de la palabra. Una mujer, si se le desplaza de toda relación, de todo conocimiento sobre su sexo y sus atributos, desde la misma hora de su nacimiento, si deviniera madre en el desierto, prodigaría tanta ternura sobre su bebé, lo apreciará tan amorosamente (...) que sacrificaría su confort personal, con tanto ardor, con tanta devoción, como la más refinada, exigente madre intelectual, emplazada en el centro mismo de la civilización".

Peter Gaskell, 1833.

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