"Las mujeres no tenemos una memoria limitada. No podemos permitirnos ese lujo (...).
En la antigüedad, las mujeres empleaban gelatinas, gomas y plantas como métodos anticonceptivos y para interrumpir embarazos no deseados. Esas prácticas continuaron hasta el siglo XIV, cuando Europa necesitaba repoblarse y empezó a perseguir a las 'brujas' y a las comadronas que compartían su valioso conocimiento sobre métodos anticonceptivos.
Cada vez que un Gobierno quería conseguir un objetivo, a menudo relacionado con el crecimiento demográfico, restringía el acceso al control de natalidad o lo criminalizaba, a menos que el crecimiento demográfico afectase a los pobres, por supuesto, en cuyo caso se fomentaba la contracepción con entusiasmo. Históricamente, la sociedad sólo ha querido que la 'gente adecuada' tenga derecho a la vida.
(...) Las mujeres han llegado a tirarse por las escaleras o hacerse daño físico de otra manera para provocarse un aborto. Como señalaba el Dr. Waldo Fielding en el New York Times: Se había utilizado y se utilizaba prácticamente cualquier instrumento imaginable para provocar abortos: agujas de zurcir, agujas de ganchillo, saleros de cristal tallado, botellas de gaseosa, a veces intactas y a veces con el cuello roto. Las mujeres han intentado usar jabón, lejía, catéteres, remedios naturales. Históricamente, han recurrido a cualquier medio necesario. Y lo volverán a hacer si las hacen retroceder a ese terrible rincón. Esta es la responsabilidad que nuestra sociedad ha impuesto a las mujeres durante siglos.
Es un pequeño milagro que nosotras tengamos buena memoria de nuestros derechos, que han sido continua y vergonzosamente alienables".
Roxane Gay: Mala feminista.