"Despertada de su languidez sensual por el épico recién llegado, la mujer indígena extiende una mano acogedora insinuando sexo y sumisión... Vespucci, el divino visitante, se ve destinado a inseminarla con sus semillas masculinas de civilización, a fructificar la naturaleza salvaje y a apaciguar las desenfrenadas escenas de canibalismo que se desarrollan en el fondo (...). Los caníbales resultan ser hembras y están asando en una estaca una pierna humana".
"Durante siglos, los continentes indeterminados -África, las Américas, Asia- figuraban en el saber popular europeo como erotizados libidinosamente. Los relatos de viajeros abundaban en visiones de la monstruosa sexualidad de tierras lejanas donde, como decía la leyenda, los hombres ostentaban penes gigantescos y las mujeres copulaban con monos, los pechos de hombres afeminados daban leche y las mujeres militarizadas se cortaban los suyos.
Dentro de esta tradición porno-tropical, las mujeres figuraban como el paradigma de la aberración y de los excesos sexuales. El folklore las veía, más aún que a los hombres, como dadas a un deleite sexual lascivo tan promiscuo que bordeaba lo bestial".
Anne McClintock: Imperial Leather: Race, Gender and Sexuality in the Colonial Contest.
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