miércoles, 9 de agosto de 2017

Las armas pertenecen a los hombres.

"El capitalismo siempre ha consumido cuerpos racializados y esclavizados, pero a lo largo de su historia ha ido incrementando las formas en que lo hacía y extendiéndose a otros sectores sociales. En este movimiento de extensión y profundización de sus intervenciones sobre los cuerpos, el capitalismo ha  tenido como principales aliados al patriarcado y al racismo. Estos dos sistemas de creencias, basados en la consideración de determinados cuerpos como inferiores a otros, han proporcionado la cobertura ideológica para la intervención del capitalismo sobre cuerpos racializados y sobre cuerpos no masculinos.

(...) Esta conjunción de patriarcado, racismo y capitalismo es muy evidente en el caso de las guerrilleras kurdas, pero también en las de otras mujeres participantes en conflictos armados. Despojadas de su capacidad de ser sujetos y con cuerpos calificados de deseables por los códigos culturales del capitalismo racista y patriarcal, sus imágenes son consumidas en relaciones económicas a las que son ajenas y que enriquecen  a enormes empresas transnacionales ubicadas en los países occidentales. 

En la creación de los códigos culturales que hacen deseables a los cuerpos de las guerrilleras han tenido una gran responsabilidad las ideologías de izquierda, que han promovido una suerte de fetichismo de la mujer armada. Las mujeres armadas no eran unos soldados más, eran cuerpos deseables en tanto que excepcionales, peligrosos y prohibidos. No es difícil ver lo patriarcal de este deseo: las armas pertenecen a los hombres, así que las mujeres que las tocan están transgrediendo una norma social, excitan el deseo de los hombres porque usurpan algo que no les pertenece. De alguna manera sería similar al deseo que despiertan las lesbianas, que se adueñan de algo que es propiedad de los hombres. Por supuesto, esto sucede solo en el caso de que lo hagan momentáneamente y en función de la mirada masculina, sin politizarlo ni abandonar lo que socialmente se entiende como feminidad. Más allá de las fantasías del porno lésbico hecho para varones heterosexuales, las lesbianas sólo reciben el desprecio y la violencia del patriarcado, que las ve como una amenaza. De la misma forma, un grupo de mujeres armadas, politizadas y que no responda a lo que la norma social entiende como femenino despierta muchos miedos patriarcales y ningún deseo".

Layla Martínez: Pasamontañas, hiyabs y capitalismo baboso. La imagen de las mujeres en las guerras.

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