"La confrontación con el trabajo reproductivo -reducido, en un principio, al trabajo doméstico- fue el factor definitorio para muchas mujeres de mi generación, nacidas en el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial. Después de dos guerras, que en el espacio de tres décadas habían eliminado a setenta millones de personas, los atractivos de la domesticidad y la promesa de sacrificar nuestras vidas para producir más trabajadores y soldados par el Estado no tenían lugar en nuestro imaginario. De hecho, más que la confianza en una misma que la guerra otorgó a muchas mujeres -y que en EEUU simbolizó la imagen de Rossie la remachadora-, fue la memoria de la carnicería en la que habíamos nacido, especialmente en Europa, lo que dio forma a nuestra relación con la reproducción durante el periodo de postguerra. (...) Cuando recuerdo las visitas que, en Italia, siendo escolares, hacíamos a las exposiciones en los campos de concentración, y las historias que se contaban en las sobremesas acerca de la cantidad de veces que, a duras penas, nos habíamos salvado de ser asesinados por los bombardeos, escapando en mitad de la noche en busca de refugio bajo un cielo que refulgía con las estelas de las bombas, no puedo dejar de preguntarme cuánto peso habrán tenido estas experiencias en mi decisión, y en la de muchas otras mujeres, de no tener hijos ni convertirnos en amas de casa.
Esta perspectiva antibelicista puede que sea la razón por la que nuestra actividad, al contrario que otras críticas feministas previas al hogar, la familia y el trabajo doméstico, no podía buscar reformas. Echando un vistazo retrospectivo a la literatura feminista de principios de los años setenta, me sorprende la ausencia de las problemáticas que preocupaban a las feministas de los años veinte, cuando la reordenación del hogar en términos domésticos, la tecnología aplicada al hogar y la reorganización de los espacios eran temas centrales en la teoría y la práctica feministas. Por primera vez, el feminismo mostraba una ausencia de identificación con el trabajo reproductivo, no sólo cuando se producía para otros sino incluso en relación a nuestras familias y parientes".
Silvia Federici: Revolución en punto cero. Trabajo doméstico, reproducción y luchas feministas.
"Amar, cuidar, sostener, durante toda la vida hasta que revientes, sin poder elegirlo. Sumergirse y condenarse a esa circularidad opresiva de lo doméstico, a esa repetición continua que no permite excepciones. Podríamos decir que somos las hijas de las feministas de los setenta que se negaron a cuidar".
Carolina León: Trincheras permanentes. Intersecciones entre política y cuidados.
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