miércoles, 16 de noviembre de 2016

El cuerpo deseable.

"A la Afrodita agachada (250 a.C.) se le marcan las lorzas. Si la Venus de Milo (130-100 a.C.) viviera hoy, probablemente le acomplejaría tener las caderas más anchas que la espalda, probablemente fantasease con unos implantes de silicona para poder lucir canalillo. En la escultura griega clásica, los héroes y los dioses están cachas: tienen espalda ancha, bíceps marcados, pectorales definidos, piernas largas, tableta de chocolate y esos sugerentes surcos en las ingles que anhelan tener los chicos que se apuntan al gimnasio. Podrían ser tronistas de Mujeres y hombres y viceversa. El David, de Miguel Ángel (s. XVI) está cañón. Nos sorprende que las pálidas y celulíticas Tres Gracias, de Rubens, reflejen el canon de belleza de la época (s. XVII); Paris y Hermes, sin embargo, seguirían siendo considerados unos hombretones agraciados.

María Félix, comunicadora social y activista gorda nicaragüense, explica que los cánones de belleza son dictados por el poder, determinados por sistemas de opresión como el género y la raza. De ahí que el estereotipo de cuerpo femenino deseable haya variado tanto en la cultura occidental en función del momento histórico; mucho más de lo que ha variado el cuerpo masculino deseable. Las caderas anchas han sido más valoradas en periodos en los que la economía requería de altas tasas de natalidad.

Los cánones de belleza se van imprimiendo en el imaginario colectivo a través del arte o de los medios de comunicación, según la época. Se convierten en modelos de referencia para las mujeres, que desearán parecerse a ellos.

(...) Esa lógica de un cuerpo único te niega. Yo tengo un cuerpo muy parecido al de mi mamá. Si yo renegara de mi cuerpo, estaría negando el cuerpo de mi mamá, de mi abuela, de mis ancestras, y me estaría negando a mí misma, exclama María Félix".

June Fernández: 10 ingobernables. Historias de transgresión y rebeldía.

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