viernes, 1 de abril de 2016

En esa lucha, la mujer está sola.

"El movimiento obrero, que se basaba en una identidad entre la exaltación de la producción y los grandes oficios viriles -el valiente minero, el fuerte trabajador de la construcción, el mecánico listo en la técnica, héroes que impulsaron la segunda industrialización- denigró el feminismo como burgués".

Michelle Perrot: "1914: great feminist Expectations".

"Dos cosas empiezan a desplomarse en el mundo por inicuas: el privilegio de las clases que fundó la civilización del parasitismo, de donde nació el monstruo de la guerra, y el privilegio del sexo macho que convirtió a la mitad del género humano en seres autónomos y a la otra mitad en seres esclavos, creando un tipo de civilización unisexual: la civilización masculina, que es la civilización de la fuerza y que ha producido el fracaso moral a través de los siglos.

(...) El hombre revolucionario que hoy lucha por su libertad, sólo combate contra el mundo exterior. La mujer revolucionaria, en cambio, ha de luchar en dos terrenos: primero por su libertad exterior, en cuya lucha tiene al hombre de aliado por los mismos ideales, por idéntica causa; pero, además, la mujer ha de luchar por la propia libertad interior, de la que el hombre ha disfrutado ya desde siglos. Y en esta lucha, la mujer está sola".

Federica Montseny.

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