lunes, 24 de septiembre de 2018

Que las mujeres son fieras salvajes.

"Los mineros de Greensburg, en Pennsylvania, se pusieron en huelga para conseguir un aumento de salario. Cobraban un sueldo vergonzoso. En respuesta a esta llamada, despidieron a los irlandeses, los de Pennsylvania.

Un día, algunas mujeres desesperadas, se reunieron frente a la mina para abuchear a los amarillos [esquiroles] que se llevaban el pan a la boca de sus criaturas. El sheriff vino a detenerlas a todas "por haber perturbado el orden público". 

(...) Les dije a las mujeres que llevaran a sus niños y sus bebés el día que tuvieran que comparecer ante los tribunales. Fue lo que hicieron y, mientras el juez leía las condenas con multas de treinta dólares o treinta días de prisión, los niños lloraban tanto que apenas se podía escuchar la voz del anciano. Con aire gruñón preguntó si no tenían con quién dejar a los hijos. Le apunté que las mujeres de los mineros no contratan niñeras (...).

Cuando llegaron a Greensburg, las mujeres fueron cantando durante todo el recorrido por la ciudad. Una muchedumbre seguía al coche cantando también. Cuando las mujeres, con sus niños en brazos, descendieron ante la prisión, la gente les aclamó intensamente. Los policías entregaron a las prisioneras al sheriff y ambos parecían más aliviados.

El sheriff me dijo:

- Mamma Jones, preferiría que me hubieran traído cien hombres; las mujeres son fieras salvajes".

Mamma Jones, Autobiografía.

sábado, 15 de septiembre de 2018

Recuperemos el derecho a vivir la noche.

"A la sede venían también muchísimas chicas mujeres jóvenes y menos jóvenes estudiantes obreras amas de casa que habían venido a las manifestaciones que se habían conocido en las ocupaciones y en la sede ocuparon una habitación para ellas y pusieron en la puerta un cartel cuarto de las mujeres y ay de quien entra ahí sin su permiso sobre todo cuando celebran sus reuniones y luego hacen circular por ahí material de contrainformación sobre la sexualidad sobre la salud sobre la reapropiación del cuerpo sobre el salario doméstico hacen cantidad de cosas piden al ayuntamiento la creación de un consultorio autogestionado llenan calles y plazas con la campaña por el aborto libre y gratuito y una noche invaden un cine mientras proyecta una película porno y con las polaroids con los flashes fotografían a los espectadores luego suben a la cabina de proyección y secuestran las bobinas de la película

otra noche esperan en grupo por la calle a un facineroso implicado en una historia ocurrida hacía poco un intento de estupro y se le echan encima unas veinte con palos le llenan de patadas y de porrazos un grupo de amigos del tío salen del bar de al lado y siguen la escena muertos de risa también nosotros los chicos corremos hacia allí porque sabiendo de qué iba nos habíamos apostado no demasiado lejos temiendo una reacción pero las mujeres cabreadas amenazan con los palos a los hampones y también a nosotros y nos dicen que nos vayamos que no necesitan que nosotros las defendamos y al día siguiente reivindican la acción con un tatzebao que pegan en las paredes donde se dice recuperemos el derecho de vivir la noche".

Nanni Balestrini: Los invisibles.

jueves, 13 de septiembre de 2018

Porque pensaba que la Historia podía cambiar las cosas (VI).

"Uno de los historiadores reaccionarios, y, por tanto, más de moda en la Francia contemporánea, L. Madelein, que ha calumniado con palabras tan elegantes a la Gran Revolución, esto es, a la progenitora de la nación francesa, afirma que el historiador debe colocarse en lo alto de las murallas de la ciudad sitiada, abrazando con su mirada a sitiados y sitiadores; es, según él, la única manera de conseguir una "justicia conmutativa". Sin embargo, los trabajos de este historiador demuestran que si él subió a lo alto de las murallas que separan a los dos bandos, fue, pura y simplemente, para servir de espía a la reacción. Menos mal que en este caso se trata de batallas pasadas, pues en épocas de revolución es un poco peligroso asomar la cabeza sobre las murallas. Claro está, en los momentos peligrosos, estos sacerdotes de la "justicia conmutativa" suelen quedarse sentados en casa, esperando hasta ver de qué parte se inclina la victoria.

El lector serio y dotado de espíritu crítico no necesita de esa solapada imparcialidad que le brinda la copa de la conciliación llena de veneno reaccionario, sino de la metódica escrupulosidad que va a buscar en los hechos honradamente investigados apoyo manifiesto para sus simpatías o antipatías disfrazadas, a la contrastación de sus nexos reales, al descubrimiento de las leyes por que se rigen. Esta es la única objetividad histórica que cabe, y con ella basta, pues se halla contrastada y confirmada, no por las buenas intenciones del historiador de que él mismo responde, sino por las leyes que rigen le proceso histórico y que él se limita a revelar".

Leon Trotsky: Historia de la Revolución rusa.

jueves, 6 de septiembre de 2018

Sobre la respetabilidad masculina.

"En realidad, el trabajo doméstico, tal y como lo conocemos, es una creación bastante reciente, que aparece a finales del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX cuando la clase capitalista de Inglaterra y de Estados Unidos, presionada por la insurgencia de la clase obrera y necesitada de una mano de obra más productiva, emprendió una reforma laboral que transformó la fábrica, y también la comunidad y el hogar y, por encima de todo, la posición social de las mujeres.

Si se contempla desde el punto de vista de sus efectos sobre las mujeres, esta reforma puede describirse como la creación del ama de casa a tiempo completo, un complejo proceso de ingeniería social que, en pocas décadas, sacó a las mujeres -especialmente a las madres- de las fábricas, aumentó sustancialmente los salarios de los hombres proletarios, lo bastante como para mantener a un ama de casa no trabajadora, e instituyó formas de educación popular para enseñar a la mano de obra femenina las habilidades necesarias para el trabajo doméstico.

No sólo los gobiernos y los patrones promovieron esta reforma. Los hombres proletarios también llamaron a la exclusión de las mujeres de las fábricas y otros lugares de trabajo asalariado, aduciendo que su lugar estaba en casa. (...) En la Primera Guerra Mundial, la idea de un 'salario familiar' o incluso de un 'salario digno' se había convertido en un objetivo clave en las negociaciones sindicales, respaldado por los partidos obreros de todo el mundo desarrollado capitalista. De hecho, ser capaz de ganar un salario suficiente para mantener a la familia se convirtió en un signo de respetabilidad masculina, que distinguía a las capas altas de la clase trabajadora de los trabajadores pobres".

Silvia Federici, "La construcción del ama de casa a tiempo completo y del trabajo doméstico en Inglaterra en los siglos XIX y XX".

lunes, 3 de septiembre de 2018

Economía moral de justicia.

"A comienzos de abril, miles de esposas de soldados (las soldatki) marcharon por la capital. Estas mujeres habían comenzado la guerra desamparadas, intimidadas y precarias, desesperadas por lograr algo de caridad o un inadecuado apoyo estatal. Pero la ausencia de sus maridos también pudo significar una inesperada liberación. En febrero sus demandas de comida, apoyo, respeto, habían comenzado a adoptar un giro radical. Esa tendencia continuó. En la provincia de Jersón, un observador vio a las soldatki irrumpiendo en casas y "requisando" cualquier lujo que consideraran inmerecido.

No sólo incumplían las leyes e intimidaban a las autoridades siempre que podían, también hubo directamente actos de violencia. El comerciante estatal de harina, que no quiso ofrecerles sus productos a un precio con descuento, fue golpeado por una banda de esposas de soldados, y el pristav, el jefe local de policía que quiso acudir en su ayuda, escapó por muy poco de sufrir el mismo tratamiento.

En el campo, la exuberante y abigarrada propagación de soviets y congresos y conferencias y asambleas campesinas, entre los órganos locales ya establecidos, como los "volosts" y "zemstvos" municipales, comenzaban a adoptar formas ominosas. Ya en marzo, en el Volga, combativas comunas rurales empezaban una disputa con los terratenientes por el alquiler de tierras y el derecho de acceso a los bienes comunales.Bandas de campesinos accedían con cada vez más frecuencia a los bosques del terrateniente local, con hachas y sierras para cortar leña en la hacienda. Ahora, en abril, especialmente en los distritos del noroeste -Balashov, Petrovsk, Serdobsk- esa tendencia aumentaba. A veces los campesinos directamente comenzaban a segar las dehesas nobiliarias para su propio uso, pagando por la siembra sólo los precios que consideraban justos.

Ese sentido de "justicia" era crucial. Desde luego hubo momentos de rabia y crueldad de clase. Pero las acciones de las comunas rurales contra los terratenientes se articularon a menudo escrupulosamente en términos de una economía moral de justicia".

China Miéville: Octubre. Historia de la Revolución Rusa.

jueves, 30 de agosto de 2018

En todas partes donde haya mujeres subordinadas a hombres.

"En una oficina no se anulan de tal forma el derecho al criterio y a la personalidad. Una tiene un jefe inmediato, del que depende y al que hay que soportar gruñidos y chistes idiotas, que es el primero en celebrar. Cierto que si la dirección choca con el jefe inmediato éste paga su disgusto con la pobre auxiliar. Cierto que si el jefe inmediato sostiene un altercado con su cónyuge, si ha perdido un guante, si padece hipocondría o le duele un callo, lo tiene que sufrir la pobre dactilógrafa. Pero, por otra parte, una hace su jornada de siete horas dentro de una disciplina mesurada y una relativa libertad. No hay que luchar con un público caprichoso y absurdo. No se está obligada a tolerar otras impertinencias que las del jefe inmediato. Y en lo concerniente a la moral... De eso habría mucho que hablar. Según. Se dan casos verdaderamente repugnantes; casos en que las auxiliares se han visto obligadas a denunciar al jefe inmediato o a pedir, con un pretexto cualquiera, su traslado a otro departamento de la casa. Esto tratándose del jefe inmediato, que cuando es el director quien origina las cosas, entonces el problema es de fácil solución: no hay más que coger la puerta... Y, a comer moralidad.

Esto no es lo general en las oficinas, pero sí lo frecuente. En las oficinas y en las fábricas y en los talleres y en los comercios, y en todas partes donde haya mujeres subordinadas a hombres".

Luisa Carnés: Tea Rooms. Mujeres obreras, 1934.

jueves, 2 de agosto de 2018

La pesada carga de ser mujer.

"Cuando mi padre se enteró de que yo tenía una hija y de que la había dejado en el extranjero, se sintió sumamente perturbado. Era un hombre inteligente y bien educado, y como es natural se dio perfectamente cuenta de que una niña que había nacido de una madre que vivía en la clandestinidad no podía ser legítima, y sufría, tanto por mí como por la niña, sufría por mi pesar y por la imposibilidad de ayudarme. No quería reprocharme...

- Oh, ¿por qué no naciste varón? -En un instante, esa expresión melancólica, que me era tan familiar, vino a mí desde los lejanos tiempos de la infancia, la expresión que solía hacerme rezar silenciosamente a Dios durante interminables horas par que Él me transformara en varón... Entonces comprendí lo que quería decir papá, comprendí que tenía que soportar una doble carga en la vida: la pesada carga del ser humano y además la carga de ser mujer".

Olga Liubatóvich sobre su visita a Moscú en 1881. Recogido en VV.AA.: Cinco mujeres contra el Zar.