miércoles, 5 de agosto de 2015

Que una mujer no dejara de señalarles con el dedo.

"Olympe de Gouges fue la única mujer guillotinada por difundir sus ideas durante la Revolución Francesa. Fue detenida y juzgada en plena persecución jacobina y la ejecutaron pocos días después que a los líderes girondinos, pero lo que nunca se le perdonó fue su osadía de intervenir en el proceso revolucionario y su agudeza al desenmascarar lo que se estaba produciendo en realidad; un mero traspaso de poderes. Aunque ha pasado a los relatos oficiales en el mejor de los casos como una reformista política, fue procesada como una antisistema. Una mujer que fue dolorosamente consciente de la oportunidad histórica que las multitudes oprimidas estaban perdiendo para cambiar radicalmente su suerte por culpa de las maquinaciones de aquellos que decían pilotar la revolución y que en realidad la traicionaron. A los líderes de aquel experimento de nuevo orden tan preocupados por mantener los privilegios masculinos y burgueses, por centralizar el poder desde París, por imponer una moral revolucionaria tan puritana, por aniquilar a sus adversarios políticos, debió exasperar profundamente que una mujer no dejara de señalarles con el dedo".

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