"Madrid está rodeado de suburbios en donde viven peor que en el fondo
de África un mundo de mendigos, de miserables, de gente abandonada
(...). ¿Quién se ocupa de ellos? Nadie, absolutamente nadie. Yo he
pasado noches por las Injurias y las Cambroneras, he alternado con la
golfería de las tabernas de las Peñuelas y de los merenderos de los
Cuatro Caminos y de la carretera de Andalucía. He visto mujeres
abandonadas en las cuevas del Gobierno Civil y hombres echados desnudos
al calabozo. He visto golfos andrajosos
salir gateando de las cuevas del cerrillo de San Blas y les he
contemplado cómo devoraban gatos muertos (...). He visto asilos que son
la parodia más terrible de la caridad; hospitales en donde los enfermos
mueren abandonados (...). Y no he visto a nadie que se ocupara en serio
de tanta tristeza, de tanta laceria. ¿Es egoísmo monstruoso o es olvido?
No sé. Sólo sé que entre los miserables y los poderosos hay una muralla
tan alta que los unos no se enteran de lo que hacen los otros".
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