"Ir a votar no significa abandono de la casa, a no ser que se pretenda que la mujer guarde la casa como el carcelero la cárcel. (...) ¿Que no debe bajar al campo revuelto de la política? Pero, ¿no hemos quedado en que es el ángel de paz? Dejad, pues, que baje a ese campo revuelto y deje sentir su pacificadora influencia. Para ir a depositar su voto en la urna una vez cada dos años, ni necesita la mujer abandonar la casa, ni bajar a ningún campo, ni correr el peligro de ser arrebatada por ningún torbellino; todo eso son fantasmas, espantajos pueriles para cohonestar de alguna manera lo que no se puede defender en serio".
C. Lario: "El voto de la mujer", La Mujer y el Trabajo, 1923.
"No todas miramos a las urnas con los mismos ojos; (...) todas miramos en ellas la defensa de nuestros derechos de mujeres y de obreras, injustamente vejados y pisoteados; pero, creedlo, unas miran con la mirada roja del odio y de la venganza, creyendo es llegada la hora de echar por tierra, valiéndose de la urna, la Religión, la propiedad, la autoridad, la Patria; y lo digo con orgullo: la mayoría, las católicas, las obreras del orden, vemos, sí, el medio que nos depara la Providencia para barrer mucha inmundicia y acabar con muchas injusticias; pero siempre dejando a salvo principios tan sólidos como la Religión, la propiedad y la Patria, base firme de nuestra grandeza de ayer, fundamento de nuestro esplendor de mañana, explicación de nuestro bienestar de siempre".
Mercedes Quintanilla: Mítin de Acción Católica de Mujeres organizado en Madrid, 28 de junio de 1924.
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