"La crisis de la masculinidad volvería con cada reacción. Los noveles Boy Scout de Norteamérica reclutaban a un quinto de todos los muchachos norteamericanos para 1920; la meta explícita de su fundador era contener la feminización del varón norteamericano retirando a los jóvenes de la muy poderosa órbita femenina. El jefe de los scouts Ernest Thompson Ston temía que los muchachos se estuvieran degenerando en "un grupo de fumadores de cigarrillos de pecho chato, de nervios inestables y dudosa vitalidad". Nuevamente, en los años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, los comentaristas y las figuras literarias masculinas se inquietaban mucho por las reducidas potencias varoniles. En el hogar, el "mamismo" estaba chupándose los juegos viriles. El libro de gran venta Generation of Vipers [Generación de víboras] de Philip Wylie advertía: Debemos enfrentar de inmediato a la dinastía de las damas, privarlas de nuestras billeteras, antes de que el hombre norteamericano degenerara en el varón abdicante. En lo que se suponía el número especial sobre "La mujer norteamericana", la revista Life hacía hincapié en la rodilla débil del hombre norteamericano. Como las mujeres no habían estado a la altura de sus deberes femeninos, el artículo de 1956 acusaba: "El norteamericano emergente tiende a ser pasivo e irresponsable". En el mundo de los negocios, el Wall Street Journal advirtió en 1949 que las "mujeres están tomando el poder". Look lamentaba el surgimiento del "dominio femenino": primero las mujeres habían tomado el control de la Bolsa, y ahora estaban avanzando hacia "los empleos ejecutivos con autoridad".
(...) Bajo esa reacción, como en las predecesoras, había predominado una respuesta excesiva, a menudo ridícula, al modesto progreso de las mujeres. "Las mujeres están dominando", es nuevamente una expresión que muchas trabajadoras oyen a sus colegas masculinos cuando una o dos mujeres han sido promovidas en la compañía, mientras la dirección superior sigue siendo sólidamente masculina. (...) En la universidad de Boston, el presidente John Silbert decía enfurecido que su departamento de Inglés se había convertido en un "maldito matriarcado", cuando sólo seis de sus veinte miembros eran mujeres. Las feministas tienen "control absoluto" del Pentágono, se quejó un brigadier general, cuando las mujeres, mucho menos las feministas, representaban escasamente el 10% de los servicios armados y en general estaban relegadas a los niveles inferiores de las fuerzas".
Susan Faludi: Reacción. La guerra no declarada contra la mujer moderna.
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