"Este boletín de la desesperación se exhibe en todas partes: en el quiosco de periódicos, en la televisión, en el cine, en los avisos publicitarios, en los consultorios médicos y en las publicaciones académicas. Las mujeres profesionales están padeciendo "agotamiento" y sucumbiendo a una "epidemia de infertilidad". Las mujeres solteras sufren la "escasez de hombres". Informa el New York Times: las mujeres sin hijos están "deprimidas y confundidas" y aumentan sus filas. Newsweek dice: las mujeres solteras están "histéricas" y se derrumban bajo una "profunda crisis de confianza". Los manuales de consejos sanitarios informan: las mujeres de carreras importantes se ven atacadas por desusados brotes de "perturbaciones inducidas por el stress", pérdida del pelo, neurosis, alcoholismo e incluso problemas cardíacos. Observan los libros de psicología: la soledad de las mujeres independientes representa "un importante problema de salud mental en el presente". Incluso la feminista fundadora Betty Friedan ha estado advirtiendo: las mujeres padecen ahora una nueva crisis de identidad y "nuevos problemas que no tienen nombre".
¿Cómo puede ser que las mujeres norteamericanas tengan tantos problemas en un momento en que se supone que son tan felices? Si la condición de la mujer nunca ha sido más alta, ¿por qué está tan bajo su estado emocional? Si las mujeres tienen lo que querían, ¿cuál puede ser el problema ahora?
La sabiduría predominante de la década pasada ha dado pie a una y sólo una respuesta a este enigma: debe ser toda esa igualdad lo que está causando todo ese dolor. Las mujeres son infelices precisamente porque son libres. Las mujeres se han esclavizado con su propia liberación. Aferraron la sortija dorada de la independencia sólo para perder la única sortija que realmente importa. Obtuvieron el control de su fertilidad sólo para destruirla. Persiguieron sus propios sueños profesionales para ser derrotadas en la mayor aventura femenina. El movimiento femenino, nos dicen reiteradas veces, ha demostrado ser el peor enemigo de las mujeres".
Susan Faludi: Reacción. La guerra no declarada contra la mujer moderna.
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