"El 30 de febrero de 2005, o en torno a esa fecha, me enfurecí. Me avergüenza admitirlo, pero este libro había sido un hijo del miedo, no de la ira. La violencia sexual me era familiar. Como a todas las mujeres, me habían prevenido acerca del peligro sexual desde la infancia, y había visto huellas de violencia grabadas en los cuerpos y los espíritus de amigas mías. No obstante, ese día de febrero leí un informe del Ministerio de Interior británico que revelaba que sólo un 5 por 100 de las violaciones que se denunciaban a la policía en el Reino Unido acaban en una condena. La conciencia que he tenido toda mi vida sobre los daños que produce la violencia sexual cristalizó de repente en un proyecto intelectual y político. Naturalmente, para entonces ya sabía que la situación era mala. En la década de 1970 sólo una de cada tres violaciones denunciadas acababa en una condena. Pero nunca imaginé que hoy en día esa proporción habría descendido hasta ser una de cada veinte".
Joanna Bourke: Los violadores. Historia del estupro de 1860 a nuestros días.
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