"En julio de 1978, la CFB [Coordinadora Feminista de Barcelona] exigía que nuestros derechos más elementales adquieran categoría constitucional para que no puedan ser eliminados en cualquier momento. Calificaban el proyecto constitucional de tremendamente restrictivo respecto a las mujeres porque no incorporaba aquellas reivindicaciones olvidadas y tal elementales para nosotras como podría ser la planificación denominada familiar, desde la conocida "pastilla" a cualquier otro método de control de la natalidad. La palabra divorcio se ha cambiado por disolución, se protege la vida pero no la de las mujeres que mueren cada día a raíz de los abortos ilegales.
Clarificaba que era insuficiente el principio de igual trabajo, igual salario contemplado en el borrador constitucional porque el movimiento de las mujeres exigía la igualdad de trabajos y de capacidades. La defensa de la familia en la Constitución suscitó también su crítica al considerar que representaba un instrumento de opresión femenina.
(...) Al no recoger los derechos reivindicados, la Coordinadora Feminista consideraba que las mujeres habían sido víctimas del consenso político en la redacción de una Constitución que calificaba de machista y discriminatoria. Los partidos de la izquierda extraparlamentaria, en especial la Liga Comunista Revolucionaria, con una gran influencia en la Coordinadora Feminista, rechazaron la Constitución y se movilizaron en contra del referéndum. Un núcleo de la CFB firmó un manifiesto contra la Constitución al plantear que representaba la perpetuación de la opresión de las mujeres. (...) En cambio, las mujeres de los partidos parlamentarios (...) dieron su adhesión a la Constitución, a pesar de reconocer sus limitaciones".
Mary Nash: "La construcción de una cultura política desde la legitimidad feminista durante la transición democrática".
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