jueves, 7 de mayo de 2015

Que las mujeres se quedaban atrás casi por necesidad.

"Cuando la historiografía se interesa por la participación de las mujeres en las organizaciones antifranquistas con un enfoque de género, la primera constatación es la dificultad que encuentran las mujeres para militar en pie de igualdad con sus compañeros. (...) En una sociedad patriarcal como lo era la española en los años treinta, el reparto de tareas por sexos era algo que seguía estando vigente también en la izquierda, y de hecho era un estado de cosas que facilitaba, o incluso hacía posible, la militancia masculina, sobre todo en tiempos de persecución. En palabras de una militante de Mujeres Libres, hablando acerca de la militancia masculina en la República, "[los hombres] querían ser militantes las veinticuatro horas del día, y en esas condiciones, desde luego, era muy difícil que se diera la igualdad. Los hombres estaban tan comprometidos que las mujeres se quedaban atrás casi por necesidad. Por ejemplo, cuando encarcelaban a los hombres, las mujeres debían ocuparse de los hijos, trabajar para sacar adelante a la familia, visitarles en prisión...". (...) Las mujeres habrían sido las responsables de tejer la malla de cristal que formaba la infraestructura de las organizaciones (...), de sustentar la organización desde abajo y no de dirigirla, tarea reservada a los hombres. Todos los trabajos pequeños, repetitivos y en apariencia insignificantes o poco valorizantes (lo que no significa en absoluto que estuvieran exentos de riesgos), como la ocultación o el transporte de documentación, el avituallamiento, las tareas de información, los enlaces, eran frecuentemente realizados por mujeres".

Mercedes Yusta Rodrigo: "Las mujeres en la resistencia antifranquista. Un estado de la cuestión".

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