"La externalización del cuidado que defendió el racionalismo de Charlotte Perkins Gilman se está produciendo de hecho. Pero no a través de las iniciativas de activistas, sino por medio de la grisácea intervención de las instituciones burocráticas y el mercado. Así, en lugar de espacios de encuentro para niños gestionados de manera colectiva, tenemos un mercado de guarderías privadas, un servicio público deficiente de escuelas infantiles y un ejército de trabajadoras domésticas en régimen de semiesclavitud. En lugar de mujeres liberadas dedicadas al cultivo de su autonomía en el campo de su elección, tenemos hombres y mujeres subyugados por el empleo remunerado. Las pioneras feministas no ocultaban su radicalidad utópica. Hoy, en cambio, vivimos un utopismo light, que se niega a llamar a las cosas por su nombre y disfraza de conciliación lo que no deja de ser un experimento social brutal. Y quienes quieren y pueden permitirse ser madres, pasan su escaso tiempo libre sintiéndose culpables y oprimidas por los imperativos románticos en torno a la madre amantísima que ha de aprovechar esos ratos para dispensar a sus hijos todo el amor, toda la atención y todos los mimos que no ha podido ofrecerles durante el día. En ese sentido, la crisis de los cuidados contemporánea no es un fracaso sino el éxito definitivo de un programa de transformación social de una radicalidad asombrosa".
Carolina del Olmo: ¿Dónde está mi tribu? Maternidad y crianza en una sociedad individualista.
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