"Una "crisis de masculinidad" ha hecho erupción en cada período de reacción en el último siglo, una compañera fiel y silenciosa del pedido fuertemente expresado de un "retorno a la feminidad". A fines de la década de 1900, un chubasco de literatura que desacreditaba al "varón blando" cayó desde las prensas. "Toda la generación está afeminada", se lamentaba Basil Ransom, protagonista de The Bostonians [Las bostonianas] de Henry James. El tono masculino está desapareciendo del mundo; es una época femenina, nerviosa, histérica, conversadora, gazmoña. El carácter masculino... eso es lo que deseo preservar, o más bien puedo decir, recuperar, ¡y debo decir que no me importa en lo más mínimo qué sucede con ustedes, señoras, mientras hago el intento! Los manuales relativos a la crianza de niños instaban a los padres a endurecer a los hijos varones con colchones duros y regímenes atléticos vigorosos. Billy Sunday conducía el ataque clerical contra la religión "feminizada", promoviendo un "cristianismo muscular" y un Jesús que no fuera "ninguna propuesta débil con cara de pasta" sino "el mayor camorrista que existió nunca". Theodore Roosevelt advirtió en cuanto al peligro nacional de perder "la fibra de vigorosa valentía y masculinidad" y endureció su propia fibra con los Rough Riders. La jactancia marcial predominaba en la plataforma política; en verdad, según escribe el sociólogo Theodore Roszak de la era de la "masculinidad compulsiva" que culminó en la Primera Guerra Mundial, El periodo que condujo a 1914 se lee en los libros de historia como una larga tertulia de hombres solos borrachos".
Susan Faludi: Reacción. La guerra no declarada contra la mujer moderna.
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