"Hoy, como antes, las feministas luchan con el fin de diseñar una
estrategia eficaz para combatir la violencia y la humillación sexual en
nuestra sociedad, en la que parece tan profundamente arraigada la
misoginia violenta. Del mismo modo, los medios de comunicación siguen
difundiendo el terror de la violencia masculina, como hicieron durante
los escándalos sxuales de la década de 1880, convenciendo a las mujeres
de que son víctimas impotentes. En este entorno cultural, las feministas
nos hemos enfrentado con las dolorosas contradicciones históricas de
nuestras estrategias sexuales (...). Por supuesto, el actual movimiento
de mujeres ha generado una variedad de respuestas que transcienden la
fatalidad mítica presente en una narración como la del Destripador:
técnicas de autodefensa, marchas de recuperación de la noche, teléfonos
contra las violaciones, refugios para mujeres maltratadas,
manifestaciones contra la pornografía, coaliciones para los derechos de
las prostitutas, (...) ofrecen una serie variada y contradictoria de
estrategias contra la falsa idea de pasividad femenina universal.
Pero las feministas necesitamos reconocer también en qué medida
participamos y contribuimos a la difusión de narraciones culturales que
representan la violencia masculina o la conversión de la mujer en
víctima como el resultado de causas y efectos aislados. El hecho de
basarse en una iconografía de víctimas femeninas puede disminuir el
impacto político de las iniciativas públicas de las feministas. Como
propagandistas y actores públicos, debemos tener cuidado de no hacerle
el juego a las fuerzas de la reacción política, que están encantadas de
atribuir a las mujeres el papel de víctimas necesitadas de la protección
y el dominio del hombre, y que desean transformar la protesta feminista
en una política de la represión".
Judith R. Walkowitz: La ciudad de las pasiones terribles: narraciones sobre el peligro sexual en el Londres victoriano.
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