"El burdel reglamentado funciona como la imagen invertida de los espacios sociales ideales de la conciencia burguesa. Frente al hogar, dominado por la figura del varón proveedor y atravesado por una ética del trabajo, del ahorro y de la morigeración de las pasiones, el burdel es el mundo de la carne, del lujo y la ostentación, donde la mujer regula
los tiempos y las acciones. Frente a la fábrica, donde el tiempo es minuciosamente medido en función de su convertibilidad en capital y donde la distracción está duramente punida, el burdel opera como un paréntesis en el que el tiempo se ralentiza, pierde su cronología laboral y se canjea por placer".
Francisco Vázquez y Andrés Moreno: Sexo y razón: una genealogía de la moral sexual en España (siglos XVI-XX).
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