"El espíritu de las mujeres ha hablado con suficiente elocuencia para arrastrar a toda la población trabajadora y, como en otras campañas por la justicia social, las mujeres animan a la exaltación. Será necesario negociar con ellas, porque nunca aceptarán un recorte de sus metas".
"Las huelgas de Barcelona", El Imparcial, 30 de julio y 1 de agosto de 1913.
"Las vidas de las mujeres de las clases bajas giran en torno a su
trabajo como recolectoras y distribuidoras de los recursos sociales de
la comunidad, trabajen o no como asalariadas fuera de sus casas. Las
mujeres que tienen dinero simplemente contratan a otras mujeres para que
les hagan el trabajo de mantener la vida que no quieren hacer por sí
mismas (...) pero todas las clases de mujeres comprenden lo que la
división sexual del trabajo de su sociedad requiere de ellas: el fundamento de la conciencia de las mujeres es la necesidad de conservar la vida.
(...)
Al colocar la necesidad humana por encima de otras exigencias sociales y
políticas, y la vida humana por encima de la propiedad, los beneficios e
incluso los derechos individuales, la conciencia femenina crea la
visión de una sociedad que todavía no ha hecho su aparición. La cohesión
social se alza sobre los derechos individuales y la calidad de vida,
por encima del acceso al poder institucional. (...) Los movimientos de
mujeres siguen pautas comunes: se concentran en temas de consumo y de
paz, y se oponen a los agresores exteriores. (...) Las mujeres pueden
incluso atacar a los gobernantes cuando los precios de los alimentos
suben demasiado por razones sospechosas, cuando el hostigamiento sexual
pone en cuestión la dignidad de las mujeres o cuando la comunidad de
mujeres parece atacada".
Temma Kaplan: "Conciencia femenina y acción colectiva: el caso de Barcelona, 1910-1918".
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